Con el traslado a imágenes de su último sencillo, “Nothing Lasts Forever”, Sevdaliza sigue singularizando su identidad visual. En su última construcción, dirigida y conceptualizada por Willem Kantine, la artista plantea un tema especialmente candente desde la propagación de la IA: la dicotomía entre realidad y simulacro; la veracidad y su remplazo mediante técnicas que la reproducen con un grado de parecido que dificulta reconocer su naturaleza.
En un solo escenario, un hangar desprovisto de calidez, la iraní comparte distintas viñetas con reencarnaciones deepfake de otros artistas populares. Desde la propia Grimes, quien colabora en el tema, hasta Madonna, la actriz Julia Fox y el rapero A$AP Ferg. Los rostros de todos los invitados son transplantados a cuerpos vigoréxicos que acentúan la rareza de las imágenes. Una desconexión entre tronco y cara que no se da por la técnica empleada, capaz de fusionarlos sin impurezas, sino por el cortocircuito óptico que genera en quien observa esa realidad alternativa, con puntos de encuentro reconocibles, pero también con señales desconcertantes y perturbadoras que la sitúan en el punto alto del Valle inquietante que teorizó Masahiro Mori. Llegando al extremo de que la propia Sevdaliza se une a la confusión sin esclarecer del todo cuándo se presta a ser observada bajo la misma técnica digital o cuándo aparece bajo su propia figura y sin añadidos.
Estas criaturas deepfake transitan por este amplio espacio distraídas en sus posturas de concurso de culturismo, circulando con vehículos de limpieza y coches tuneados o recreándose en moduladores y demás cacharrería sintética. Su apartado estético, además de impulsar el código visual de esta “nueva carne” mutada a través de las últimas tecnologías, también absorbe influencias del universo poligonero, de chándal y anabolizantes, capturado en filmes como “Titane” (Julia Ducournau, 2021) o en el clip que Romain Gavras firmó para “Signature”, del fallecido DJ Mehdi. ∎