ublicado en las postrimerías del año pasado, “Vaciador” (Helsinkipro, 2023) –el nuevo álbum de VVV [Trippin’you]– toma su nombre del centro social autogestionado Vaciador 34, que fue destruido en el año 2020 cuando el edificio fue puesto a merced de la especulación inmobiliaria. En él, el trío formado por Adrián Bremmer (voz), Salvi Urbaneja (bajo) y Elinor Almenara (guitarra y teclados) no solo maduró su propuesta sonora, sino también sus vínculos sociales y gran parte de su discurso ideológico. Así, el título es un homenaje a algunos de sus años más reflexivos, si bien el honor de su mención puede dejar un sabor de boca agridulce para la propia banda: hace mucho tiempo que la formación –aunque no la individualidad de sus miembros– dejó atrás un circuito para insertarse en la lógica capitalista de otro.
Como cualquier proyecto musical con bagaje de centro social autogestionado, en su nueva casa les pusieron el apellido de post-punk como si el contexto sociocultural fuese el mismo que a finales de los setenta, aunque con este nuevo trabajo destruyen los débiles cimientos sobre los que se mantenían en aquella etiqueta al acercarse al rap o al drum’n’bass. También debido al cambio de paradigma, “Vaciador” se construye a través de una producción colectiva que cuenta con la participación de artistas como Inner Cut, Celsior, Marco Henri, CRNDS, Xulián Sambade, Adolfo Párraga, One Path y, por supuesto, su ya habitual Miguel Grimaldo.
A cambio, ofrecen un discurso más maduro, reflexivo y optimista, porque si el grupo se insertó en lo “alternativo” por la glorificación (y banalización) de la cultura rave de comienzos de década, su cuarto largo propone un monólogo en los márgenes. Esta es la primera contradicción de su nuevo trabajo, de la que se desligan todas las demás: los centros sociales autónomos versus las condiciones laborales dignas en el sector musical, el hedonismo del punk contra el componente revolucionario del ocio, el esnobismo intelectual frente al clasismo cultural o ese homenaje en una escena musical con mentalidad de tiburón. En cualquier caso, menos de cinco contradicciones es dogmatismo, o al menos eso dicen. En marzo tocarán en el Let’s Festival de Hospitalet de Llobregat (1), San Sebastián (2) y Sevilla (9). Y en abril llevarán sus canciones a Madrid (5) y Oviedo (12).
¿Se nota que os habéis hecho mayores en este álbum?
Adri: Sí, de hecho el punto de partida de este disco es que los álbumes anteriores me resultaban un poco teenagers. O sea, hay cosas que no me representan del discurso que podía tener hace cinco años, que es lógico. No solo por el envejecimiento, sino por el cansancio generalizado.
¿Cuáles son esos elementos que ya no os representan?
Adri: Había una actitud de ensalzamiento de la autodestrucción que era excesivamente hedonista, incluso un poco descerebrada. Tiene su gracia en su momento, pero creo que ahora para mí ya no la tiene. Obviamente eran muy viscerales y, al final, siempre hay un poco de teatralidad en lo que es la música y en las representaciones que uno hace. Pero sí creo que hay una serie de cosas que atisbo del pasado que no me representan actualmente.
A mí me daba la sensación de que había una contradicción entre glorificar la cultura rave, que por supuesto tiene un componente ideológico, y banalizar el consumo de drogas. ¿Hasta qué punto drogarse es revolucionario?
Salvi: Drogarse nunca es revolucionario. Revolucionario es hacer algo que se pueda llegar a encaminar a una futura revolución. Eso es lo único revolucionario que hay. O sea, no hay revolución en nada de Twitter, ni de Instagram, ni en absolutamente nada posmoderno. Lo único revolucionario es afiliarte a una asociación, preferiblemente de izquierdas, militar y desarrollarte como persona política.
Adri: Pero el ocio es revolucionario en sí mismo, en tanto que no estás produciendo. Al final, estamos retratando hasta dónde nos llevan nuestras circunstancias vitales y cómo intentamos huir de ellas para poder sobrevivir.
Eli: Bajándole un poco, diría que sí, puede haber algo revolucionario en no demonizar ciertas prácticas del ocio.
Quizá esa capa de vuestro discurso como banda pudo pervertirse un poco al insertarse en una escena que, lo queramos o no, sigue la lógica capitalista, ¿no?
Adri: Sí, claro. Supongo que esa contradicción se produce cuando empiezas en una escena bastante alternativa, muy relacionada con el circuito de okupas, y cuando te empiezas a expandir, el público es más masivo y llegas a otros sitios que jamás te había planteado. Pero sí que me ha planteado muchos dilemas con respecto a por dónde estoy llevando esto y de dónde vengo yo. Y está bien que así sea, porque al menos sé que no se me ha ido la olla y menos por cuatro duros, que te das cuenta. El propio título de “Vaciador” es un dilema en sí mismo.
Estáis llenos de contradicciones.
Salvi: Hay un problema en cómo se plantea en nuestra generación el evitar contradicciones. O sea, yo para ser coherente con mi discurso y ser coherente con mis ideales lo que tengo que hacer es, como he dicho antes, militar en un sitio o activamente hacer cosas. La militancia de la gente que suele acusarte de ciertas contradicciones empieza y acaba en “yo no participo de esto, yo no consumo esto y, como no consumo, no me podéis criticar”. Personalmente, tengo la conciencia completamente tranquila con las cosas que hago. Participar del sistema entiendo que es una putada, pero hay veces que no te queda otra. Yo tengo que comer mientras hago militancia, ¿sabes?
Ahora que ya no existe el centro Vaciador, ¿estáis implicados en algún proyecto similar?
Salvi: Mi militancia va por otros cauces más relacionados con el sindicalismo y este tipo de cosas, pero actualmente no estoy implicado en una asamblea de barrio o en un centro autogestionado. Bueno, cuando bajo a Málaga sí que voy a todas las manifestaciones del Invisible (es un centro social de gestión ciudadana en la capital sureña).
¿La autogestión os genera un debate? Vosotros os quejáis mucho de las condiciones laborales de los músicos, pero hay una parte de la autogestión que tampoco es compatible con las circunstancias dignas, ¿no?
Adri: Cuando empezamos a tocar teníamos otras fuentes de ingresos. Era muy esporádico, pero nos podíamos permitir ir a trabajar ganando nada, o lo que pudiera repartirse para pagar la gasolina y dormir en sofás de colegas. Ahora nos cuesta más porque es nuestra principal fuente de ingresos. Sí que es verdad que nos gustaría, y lo hemos hecho alguna vez si las circunstancias nos cuadran.
En el plano musical, siento que este disco es menos agresivo y no sé si esto es premeditado o es que las influencias que habéis tenido os han llevado hasta este punto.
Adri: Yo siempre defiendo esto. Todo el mundo nos dice que es nuestro disco más agresivo, y el más violento, y yo creo que lo contrario, es mucho más luminoso. Creo que tiene que ver con cómo hemos producido las cosas o la utilización de sampleos, que es algo que no habíamos hecho. Creo que estamos mucho más centrados en sonar bien.
Con “luminoso”, aparte de lo sonoro, ¿te refieres a que hay algo de esperanza en él?
Adri: Yo creo que quiero creer que sí. Quiero creer que es el disco más optimista. Y a lo mejor antes no era así. Era un poquito más lamerse las heridas, claro.
Sin caer en lo manido de hablar de vosotros como “grupo generacional” o citar a ese filósofo que habla sobre trap, parece que a todas las bandas con algo de ideología política se os engloba dentro del mismo género. En este caso sería el post-punk, pero lo pongo entre interrogantes porque sonoramente no tenéis mucho que ver.
Adri: Yo no sé qué discurso tienen las bandas con las que nos relacionan más allá de las que conozco personalmente. Yo no veo un hilo conductor discursivo entre lo que yo hago y lo que hace otra gente. Igual es que todo vestimos de negro y llevamos las llaves por fuera del pantalón.
Salvi: Yo creo que la meta de cualquier grupo revolucionario tiene que ser darle un guantazo a Ernesto Castro.
Con tanto género musical que se menciona en “Vaciador”, ¿creéis que hay elitismo en la música electrónica?
Salvi: Yo no me entero de los géneros y llevo escuchando electrónica desde que tengo uso de razón. La electrónica es de difícil acceso, simplemente solo fíjate: nosotros estamos como diciendo que nos dan asco las etiquetas de las escenas y en esta hay que llevar un diccionario.
Adri: Yo estoy en la fase de llamar “techno” a todo lo que es la electrónica por desconocimiento. Para mí todo es techno y luego, si quiero, concreto. La gente no diferencia el jungle del drum’n’bass porque en realidad es lo mismo; se le cambió el nombre no sé bien por qué.
Aun así, ¿cuál ha sido vuestro marco de influencias?
Adri: Queríamos utilizar más samples vocales, que a mí personalmente es una cosa que siempre me ha flipado. En concreto, el breakbeat es una música que utiliza mucho sample vocal superreconocible, y queríamos hacer algo así pero que fuera luminoso.
Con respecto a los samples, me surgen dos preguntas. La primera es cómo los seleccionáis, y la segunda es cuál es vuestro concepto de autoría.
Adri: Ha habido temas que partían de un sample que queríamos transformar en canción. A veces buscamos sencillamente rendir un homenaje y otras veces la instrumental no recuerda a una canción. Pero realmente no aporta mucho a la canción, más allá de que también busco que la gente se identifique, un poco de familiaridad. Hasta hace bien poco, nadie se rayaba por los samples hasta que llegó un pavo y dijo “oye, que esta gente, estos raperos negros, se están aprovechando de mí y voy a denunciarlos”. Lo vi en un vídeo de Music Radar Clan. Y a partir de ahí se abrió el debate de la autoría de los samples. A mí personalmente, que utilicen cualquier cosa nuestra para producir cosas nuevas mientras estén guapas, o no las inserten en un discurso que es contrario a mí, no me importa, me da igual. Nuestra intención es liberar todas las pistas de todo lo que hemos hecho hasta ahora para que la gente haga los remixes o utilizarlas de otra forma. Hemos hecho hilos de cómo producimos nuestras propias cosas, qué cadenas de efectos utilizamos. Me parece bien que esa información esté disponible para la gente.
Sobre la producción colectiva del disco, ¿no os ha dado miedo que tanta gente le metiese mano y perdiera cohesión?
Eli: No, porque fue muy natural. La última canción, “Ctrl + Alt + Supr”, la hicieron Adri y Salvi con Juan (One Path) y Grimaldo en el estudio. Fue una improvisación. “La grieta”, la penúltima, también se quedó hecha ese día. Son composiciones colectivas, pero en el resto llevábamos el proyecto por pistas y trabajábamos sobre eso.
Adri: La intención era explotar cada tema en función de sus posibilidades, que luego a través del master sonase todo al mismo volumen y ya está. Pero cada productor nos daba un sonido que buscábamos.
La cantidad de referencias culturales que hay en el disco es amplísima. ¿El capital cultural de “Vaciador” puede llegar a resultar incoherente con respecto al discurso de clase que transmite el trabajo?
Adri: Es posible que el público lo piense. Yo por ejemplo he establecido barrera con cosas que me resultaban pedantes. Me ha pasado, por ejemplo, con “La zona de interés” (Jonathan Glazer, 2023), porque ese vídeo-ensayo ya lo he visto en el Museo Reina Sofía y, por otra parte, el director lo ha extendido durante cuatro horas para lucirse y para ser esnob (aquí Adri enfatiza, la película no llega a las dos horas de duración). Puede ser que haya gente que piense lo mismo de nosotros. Y de hecho en este disco tiene más carga cultural y puede ser que a la gente le guste menos. Encima es el cuarto.
Salvi: Yo creo que no hay problema en eso. Adri viene del rap, y si tú has sido medianamente rapero a lo largo de tu infancia, sabes que consistía en juntarte con tus colegas a pillar todas las referencias, los samples… y no hay una música más de calle que el rap, ni más inclusiva para todo el mundo, porque no es una música complicada de escuchar. Luego, la gente es una puta sobrada. O sea, obviamente que si tú vas a ir por un camino político es importante que leas cosas, es importante que te formes un poco, eso creo que está claro, pero no vas a ser menos de izquierdas que otro tío que ha leído cincuenta mil libros.
Eli: Se cierra el círculo de las contradicciones, ¿no? Hay mucha gente que dice que no puedes ser comunista y comprar en Zara de vez en cuando porque te sale muy barato. Todos tenemos contradicciones, y nos tenemos que replantear cosas para ser lo mejor posible, pero también somos humanos. Le pasa a la persona más marxista que conoces en tu barrio.
Quizá por aceptar esa dualidad os han caído tantos palos en vuestra carrera…
Salvi: Tienes que ser plenamente consciente siempre de que, hagas lo que hagas en tu vida, si decides politizarla, te van a caer palos. ∎