La obra ganadora del II Premio Aristas de Novela Gráfica ha sido “Hecha a sí misma”, cómic fruto del trabajo de Alicia Martín Santos (Madrid, 1984), una autora debutante que ha sorprendido llevándose el galardón con su primer libro. Martín Santos, según reza la biografía incluida en el volumen, se ha dedicado al Derecho y no tiene formación alguna en dibujo o cómic; sin embargo, ha resuelto una interesante obra en una clave difícil, ya que se trata de una sátira ácida del mundo de los negocios, el espíritu corporativo y el coaching. Es un territorio ya muy explotado y lleno de lugares comunes, pero Martín Santos habla con conocimiento de causa, ya que vierte experiencias de su vida laboral y consigue evitar los chistes de monólogo barato para construir un relato sólido que sustente el absurdo.
La protagonista de esta historia de “superación” es Cuca Báumez, treintañera que lleva una década en una empresa top de su sector –aunque nunca sepamos exactamente a qué se dedica– y que a fuerza de envejecer y perder el atractivo se ha vuelto invisible. Hay en todo el desarrollo de “Hecha a sí misma” un evidente enfoque crítico feminista, ya que Cuca tiene que enfrentarse a un mundo masculino y el consejo de administración está copado por los señoros que habitan la séptima planta, absolutamente inútiles pero bien posicionados. La autora domina los diálogos y el tempo cómico admirablemente y maneja con soltura la ironía, recurso básico de la obra, que se enriquece con diálogos autoconscientes en los que los personajes son capaces de sostener las más absolutas idioteces con la serenidad que da la inconsciencia y el desconocimiento. Las vergüenzas de un sistema de trabajo construido con humo se destapan de forma implacable, especialmente cuando Cuca es despedida e intenta recuperar su trabajo usando una especie de robot –tecnología japonesa, por supuesto– que la suplante y haga todo lo que ella no es capaz de hacer. Al cargar en su memoria el superventas de autoayuda favorito de Cuca y la Biblia, Martín Santos alcanza los mejores momentos de la obra en los inspirados –y afilados– diálogos de la muñeca, una mezcla de apócrifas citas neoliberales de baratillo, versículos de los Evangelios y estrategias de gestión del trabajo y las relaciones humanas que, al verbalizar sus mecanismos, se destapan como las sociopatías que son.
Los recursos gráficos de “Hecha a sí misma” son limitados, pero Martín Santos sabe hacer virtud de sus carencias y usa la repetición, las tramas mecánicas y los tonos grises para representar un mundo alienante y carente de alegría. Toma recursos de ciertos videojuegos para construir escenarios concisos, con los elementos mínimos, en planos frontales o perspectivas isométricas en las que se mueven personajes dibujados siempre en las mismas posturas y en el mismo tamaño, monigotes a merced de un sistema implacable, pero que tienen el suficiente grado icónico como para que los percibamos con el punto de humanidad necesario para que esta sátira también nos mueva a cierta reflexión: a todos nos ha vibrado alguna vez el párpado como a Cuca.
La explotación y autoexplotación laboral, las jornadas interminables y la esclavitud moderna que nos venden como “cultura del esfuerzo” se desactivan en una obra que funciona tan bien porque intenta no poner el mensaje por encima del humor –no olvidemos que una sátira tiene que ser, ante todo, graciosa, y esta lo es– aunque el final pueda pecar de previsible y obvio en su discurso desaceleracionista: para ser feliz y alcanzar sus objetivos, Cuca tiene que esforzarse menos. Pese a ello, reconozcamos que alivia ver a la protagonista de esta historia de terror corporativo romper el círculo vicioso y liberarse de un sistema y un lenguaje –el segundo da forma al primero– que solo enmascaran la mediocridad. Ya sabemos que, por el momento, el turbocapitalismo va ganando la guerra, pero está bien que de vez en cuando pierda alguna batalla, aunque sea en una ficción que, pese a serlo, no carece de potencial emancipador para quien quiera leerla con ojos críticos. ∎