Cuando en noviembre de 2004, en el Rockdelux 223, celebramos el 20º aniversario de la revista con una lista de “Los 100 mejores discos españoles del siglo XX” y con otra de “Las 50 mejores películas españolas del siglo XX”, entrevistamos a los ganadores de ambas categorías: Kiko Veneno, que había coronado el nº 1 con el disco “Veneno” (1977), e Iván Zulueta, que se alzó hasta el puesto de honor del apartado cinematográfico con “Arrebato” (1979).
La lógica decía que el complemento de lujo para la lista de “Los 100 mejores tebeos españoles” en la que ganaba “Paracuellos” era una entrevista con Carlos Giménez, que, además, acaba de publicar su nuevo álbum triple, “Mientras el mundo agoniza” (Reservoir Books, 2021). Pero, ay, la realidad nos advertía que no iba a ser fácil. Carlos llevaba más de 12 años sin conceder entrevistas y este silencio voluntario tan solo se rompió hace muy poco con una magnífica charla con Guillermo Altares en ‘El País Semanal’, publicada el 7 de febrero.
Ahora bien, ¿quién quiere doblegarse resignado a las imposiciones de la realidad cuando puede apelar a la excepcionalidad? Si nunca antes se había hecho una lista de mejores tebeos en España hasta que la organizamos y coordinamos desde Rockdelux, también podíamos intentar charlar con Carlos Giménez aunque apenas diera entrevistas. La ocasión no merecía menos.
Y así lo entendió también el mismo Carlos. Desde la primera petición, el autor madrileño mostró su total predisposición con una amabilidad, un agradecimiento y un cariño hacia nosotros que nada tenía que ver con la imagen que de este historietista nos habíamos pintado. Incluso nos facilitó motu proprio para ilustrar este artículo las primeras imágenes de “Paracuellos 9”, que ya tiene terminado pero aún está pendiente de publicación. Moraleja: nunca te creas del todo la realidad que te llega, mejor intenta dibujar la tuya propia.
Así que planteamos esta entrevista como una celebración: Carlos Giménez cumple 80 años mañana, 6 de marzo de 2021. Por eso, este cuestionario realizado a partir de las preguntas de amigos, compañeros y colegas es, como considera el propio Carlos Giménez, un “regalo que me hacéis como obsequio en mi cumpleaños”.
Muchísimas felicidades, amigo Carlos.
Entre la selección de tus tebeos favoritos que nos mandaste para nuestra lista aparece “El Cachorro” de Juan García Iranzo, quizá el cómic más mencionado en “Paracuellos”. ¿Cómo explicarías a los niños y niñas de hoy, que en nuestro primer mundo tienen acceso a tantas cosas materiales, la importancia que tuvo el tebeo en España para toda una generación que vivió en tiempos tan grises? (Marta Pallarès, periodista de Rockdelux y coordinadora de la lista “Los 100 mejores tebeos españoles”)
Es muy difícil que los niños de hoy día puedan comprender el valor que para los chicos de mi generación tenían los tebeos. Sobre todo, para los que estuvimos internos. En las historietas de “Paracuellos”, los tebeos de “El Cachorro“ son un personaje más de la historia con la misma importancia que el resto de protagonistas. Estos tebeos, humildes y baratos, en precio y con mucha frecuencia también en calidad, eran el único acceso que teníamos aquellos niños internos al mundo de la fantasía.
Ya con 80 años, ¿se siente orgulloso de verse representado, como creador, por su obra más insigne, “Paracuellos”, basada en sus recuerdos infantiles? Tantas décadas después, ¿todavía se reconoce en el niño de aquellas páginas? (Santi Carrillo, Director editorial de Rockdelux)
Me cuesta mucho reconocerme en el Pablito de “Paracuellos”. Aquellos recuerdos quedan ya muy lejos. A veces, me parece que pertenecen a otra persona y que ocurrieron en otro mundo y en otra vida. Incluso me sucede a veces que ya no estoy seguro de si lo que recuerdo ahora es lo que pasó realmente o son las historias que yo he contado. En cuanto a lo de si me siento orgulloso, yo he tratado siempre de hacer mi trabajo lo mejor posible, lo mismo al hacer “Paracuellos” que al hacer otras cosas. Simplemente, “Paracuellos” ha tenido más suerte. Digamos que estoy contento, que me parece bien.
En todos estos años que han pasado, ¿nunca has pensado en las posibilidades que da una historia como “Paracuellos” contada de otra manera? Imagino que en su momento no había otra forma de contarlo. Tenía que ser en una revista, en historias cortas y autoconclusivas y con cierto punto de humor, aunque sea tan ácido y descorazonador. Tal y como está ya es genial y es parte de su grandeza. Pero ¿crees que se podría haber explicado desde una estructura más novelada, más de una historia larga, que es una posibilidad que ahora los formatos de cómic sí te dan? ¿Cómo podía haber sido “Paracuellos” contado de otra manera? (Paco Roca, autor)
Posiblemente, se podría haber contado de otra manera. De hecho, el próximo libro de “Paracuellos”, el álbum número 9 que ya está terminado aunque creo que todavía tardará algún tiempo en publicarse, en el que cierro definitivamente la serie, está contado todo seguido, sin capítulos que separen unas anécdotas de otras. Pero la fórmula narrativa que yo empleo está ya tan arraigada que creo que el resultado no cambia demasiado. Y como tú bien dices, empecé haciéndolo así, en episodios de dos páginas, porque esa era la cantidad de papel de la que disponía mi colaboración en la revista que lo iba a publicar.
En “Paracuellos” es muy importante el humor. ¿Fue un recurso de autor para hacer más digerible una historia tan dura o fue un recurso de pura supervivencia emocional de los niños que vivisteis en el internado, para sobrellevar aquella situación? (Jaime Martín, autor)
No me planteé nada concreto, simplemente conté las cosas como las recordaba, como yo creía que habían sido. Hay que darse cuenta de que los niños siempre juegan: por muy tristes o enfadados que estén, no por eso dejan de jugar. Cuántas veces hemos visto –sobre todo los que tenemos hijos– a un niño llorando a lágrima viva mientras con la mano hace rodar el cochecito con el que juega. No se puede evitar. Como también hemos visto a los niños reír mientras lloran. Recuerdo aquella película –creo que era “Alemania, año cero” (1948) de Roberto Rossellini– en la que el niño que termina suicidándose, mientras se dirige hacia su destino, por el camino va jugando.
Por curiosidad, siendo una persona en cuya obra es importante un cierto sentido del humor y a la vez teniendo un fuerte compromiso social, ¿no ha intentado nunca hacer viñeta de prensa? ¿Lo haría si se lo propusieran? (Manel Fontdevila, autor)
Alguna vez he hecho algún chiste o alguna viñeta suelta, pero muy pocas. No creo ser un buen viñetista de prensa. Para eso hace falta tener un talento especial que yo no tengo. Ocurre también que mi temperamento profesional es el de narrador, el de contador de historias. Es lo que me gusta hacer y para lo que creo que valgo. Desde niño he querido ser dibujante de tebeos y nunca se me ha ocurrido ser otra cosa. Hacer viñetas de prensa es tremendamente difícil: tienes que estar constantemente buscando la idea de lo que quieres hacer y apenas la has encontrado ya tienes que buscar la siguiente. No, en estos momentos, aunque me lo propusieran, rechazaría la oferta.
En una entrevista de 1998 en el fanzine ‘U, el hijo de Urich’ recordabas que Toutain pidió que le preguntaran en una entrevista “¿Qué son los cómics?”, porque tenía una respuesta preparada: “Los cómics soy yo”. Lo curioso es que si ahora preguntas a algunos aficionados te dirían que, para ellos, los cómics son Carlos Giménez. ¿Y para ti? ¿Qué son los cómics y por qué los haces? ¿Ha cambiado a lo largo de tu vida la razón para dibujar historietas, o ha sido siempre la misma? (Xavi Serra, periodista)
Para mí, la razón de dibujar historietas ha sido siempre la misma. Primero, dar rienda suelta a una afición que he tenido desde niño, desde el colegio en el que ya hacía mis propios tebeítos. Y, segundo, ganarme la vida. Lograr conciliar estas dos necesidades y conseguir –unas veces mejor y otras veces peor– vivir de ello para mí ha supuesto una gran suerte. Mientras la mayoría de la gente va al trabajo a disgusto, los que nos dedicamos a una profesión vocacional –músicos, pintores, escritores, etc.– tenemos el trabajo como algo que amamos y sin lo que la vida nos resultaría muy triste. Si algunos aficionados ante la pregunta de “¿Qué son los comics?” dieran mi nombre, yo lo agradecería mucho, pero creo sinceramente que antes que yo estarían los que para mí han sido una referencia en la profesión y a los que he admirado y aún admiro profundamente: Juan García Iranzo o Frank Robbins, entre otros muchos.
¿Cómo se te ocurrió “Paracuellos” en 1976, si apenas había modelos de cómic, incluso a nivel mundial, para contar algo basado en la memoria y la autobiografía? En España estaba “Chicharras” (1975), historieta breve de Luis García, y poco más que yo ahora recuerde; y esta solo hablaba del pasado franquista de manera alusiva. (Pepo Pérez, periodista y autor)
Entre las inquietudes que yo mantenía vivas en mi época de juventud, estaba la de trabajar en libertad. Es decir, sin encargos previos que me dijesen lo que tenía que contar y con el poder de contar las cosas que yo conocía por haberlas vivido; salirme de los estereotipos imperantes en la época y hacer mis historietas a mi manera. Yo solía contar a los amigos las anécdotas de los “hogares” en que había estado interno de niño y con frecuencia me decían “¿por qué no lo cuentas en tus tebeos?”. En cuanto tuve ocasión, así lo hice. Hubo que esperar a la muerte del dictador, pero lo hice. Aunque la verdad sea dicha, en aquella época no tuvo ningún éxito entre los editores españoles, pues ninguno lo quiso editar.
Después de haber trabajado durante tantos años con tus propios recuerdos y los de otros compañeros que vivieron situaciones similares a las tuyas, ¿qué características del cómic consideras que lo convierten en un lenguaje especialmente interesante para plasmar esa memoria y el trauma? (Elena Masarah, investigadora e historiadora)
La característica principal de los cómics es que son un medio de expresión/comunicación muy completo. En ellos puedes explicar, por ejemplo, cómo se opera un corazón, y al ir a los textos acompañados de dibujos será muy comprensible; o puedes contar cualquier cosa, tema o argumento como podría hacerse en una novela, en una obra de teatro o en una película. Y por supuesto, como se ha demostrado, se puede contar también una biografía o una autobiografía.
¿Cuál es el momento más triste o más duro de aquella infancia suya que nos ha contado en “Paracuellos", y, si lo hubo, cuál el más luminoso o esperanzador? (Anna Abella, periodista)
¿El más triste? No lo sé. Ha pasado demasiado tiempo. Quizá un día que yo esperaba que viniese a verme mi madre y esta, al final, por lo que fuese, no pudo venir. Pasé toda la tarde esperándola con el corazón saliéndoseme del pecho. Después estuve llorando mucho rato, muy enfadado con ella, con mucho rencor. No comprendía por qué no había venido. Y el momento más luminoso, sin duda, el del día en que vino mi hermano Vicente a por mí para sacarme del “hogar“ para siempre. También debió de ser muy luminoso el día que recibí los 25 primeros números de “El Cachorro”, que yo había mandado pedir a la editorial y que me llegaron nuevecitos, perfectos, resplandecientes, todavía oliendo a tinta.
Publicas el primer episodio de “Paracuellos” cuando ni siquiera ha pasado un año de la muerte del dictador. ¿Lo tenías ya previsto o surgió con las nuevas libertades de expresión? ¿Fue una necesidad personal o una voluntad de denunciar las prácticas del régimen? En definitiva, ¿fue catarsis o imperativo militante? (Antonio Altarriba, guionista)
Quizá un poco de todo mezclado. Yo creo que fue más que nada la necesidad de contar las cosas que yo sabía; las anécdotas de un colegio en el que yo había estado interno y donde lo había pasado mal. Quería que otras personas lo supieran también. Sabía que, si no lo contaba yo, posiblemente no lo contaría nadie. Y aunque era consciente de que a nivel histórico estas anécdotas eran muy poco importantes, para mí que las había vivido y sufrido en lo personal, eran suficientemente importantes como para querer contarlas.
¿Quién crees que ha tomado tu testigo? ¿Estás al día de lo que hacen los y las dibujantes a día de hoy? (Laura Barrachina, periodista)
No, no estoy muy al día. Yo hace ya varios años que no salgo de casa para nada, ni voy a presentaciones ni a salones… Me entero de lo que se publica por lo que me trae un amigo. Después de hacerlo yo, muchos autores han contado en sus cómics sus experiencias, las de sus familiares o las historias de su barrio. Will Eisner lo hizo en América y muchos otros autores, dentro y fuera de España, lo han hecho también. Pero eso es lógico y creo que, aunque yo no lo hubiera hecho el primero, ellos lo habrían hecho de todas maneras. Quizá es que había llegado el momento de que, en los tebeos, por la propia evolución de estos, se contaran estas cosas. No soy tan presuntuoso como para otorgarme méritos que quizá no tengo.
Carlos, se te ve prolífico en estos últimos años. No paras de dibujar y parece que sigues disfrutando sentado ante tu mesa de dibujo. Marcel Gotlib, al que sé que aprecias mucho, decía que dibujaba ante todo para sí mismo, antes que para el lector. ¿Es una opinión que compartes? A lo largo de tu carrera, ¿cómo ha ido evolucionando esta relación que tiene el autor de cómic con su público lector? (Pierre-Alain De Bois, autor de la tesis “Carlos Giménez. De la denuncia a la transmisión de la memoria”, 2020)
Sí, últimamente, desde hace unos años, desde que no salgo de casa, escribo y dibujo más. Es lo único que hago y es en lo que invierto todo mi tiempo. Soy consciente de la edad que tengo y quizá eso me lleva a trabajar como si se me estuviera acabando el tiempo. A veces, noto como si tuviera prisa por terminar lo que estoy haciendo para empezar lo siguiente. Me interesa mucho lo que hago y para mí es muy importante hacerlo. No porque crea que lo que hago sea de una gran calidad o tenga un mérito especial, sino porque necesito hacerlo para sentirme vivo. Me gusta hacer tebeos y disfruto haciéndolos. Sí, comparto la idea de Gotlib, a quien efectivamente aprecio y admiro enormemente. En primer lugar, dibujo para mí, para sentirme alguien –no creo haber destacado en la vida por nada más, ni por buen hijo ni por buen marido ni por buen amante ni por buen padre…–, y si no soy dibujante de tebeos, no soy nada. Pero también, como contador de cuentos que soy, tengo la necesidad de tener un público al que lleguen mis historias.
“Paracuellos” es una obra muy ruidosa, llena de golpes y gritos terroríficos. En “Barrio” (1977) vemos cómo el ruido de la tortura sufrida por uno de sus amigos, escuchado detrás de una puerta, despierta los recuerdos traumáticos que el protagonista tiene de los golpes recibidos o presenciados en los “hogares” –a pesar de su extraordinaria resiliencia–. Mi pregunta es personal, si no le importa contestarla: ¿nos podría decir qué tipos de estímulos despiertan sus recuerdos traumáticos vinculados con su paso por los centros del Auxilio Social: son estímulos más bien visuales, auditivos, olfativos o que se relacionan con sensaciones (el hambre, la sed) o sentimientos (falta de cariño, humillación, sentimiento de culpa)? (Isabelle Touton, Profesora hispanista Universidad Bordeaux Montaigne)
El tiempo, inevitablemente, va poniendo distancia con los hechos y alejando los recuerdos. Al principio de salir de los “hogares”, cada vez que oía sonar un pito, me ponía tenso y expectante, como si la cosa fuese conmigo. Me costó bastante tiempo acostumbrarme a que los pitos y las cornetas son sonidos normales de la vida normal. Lo mismo con otras cosas propias de estos colegios internos. El hambre, en cambio, todavía perdura en mi cerebro. Me doy cuenta de que valoro la comida muy por encima de su valor económico. Nunca tiro comida que sea aprovechable, por muy poca cantidad que sea. Y quizá hay otros sentimientos, como los que tú citas, que durante un tiempo han dejado marcas en mi personalidad, pero también es verdad que el tiempo lo cura todo. Los que de niños estuvimos en estas instituciones –conservo amistad con gente de estos colegios y lo veo en ellos– una vez que salimos de estas nos incorporamos a la vida real con toda normalidad.
¿Qué te ha aportado a ti, como persona, una obra como “Paracuellos”? (Antoni Guiral, teórico)
“Paracuellos“ es posiblemente el trabajo mío que más reconocimiento me ha proporcionado, el que más veces ha sido premiado y el que, con gran diferencia, más veces ha sido editado y reeditado, tanto en España como en otros lugares. Y me ha servido quizá también para exorcizar los fantasmas que hubieran podido quedar de mi paso por aquellos “hogares”. Y, sobre todo, me ha servido para difundir, en la medida de mis posibilidades, lo nefasta que fue la enseñanza en la dictadura franquista. Políticamente, más que cualquier otra cosa, me considero antifascista.
¿Preferirías haber tenido una infancia más fácil o no haber pasado por el Auxilio Social, aunque eso hubiera significado no haber podido dibujar “Paracuellos”, por ejemplo? (Mar Calpena, periodista)
Por supuesto que hubiera deseado no haber tenido que pasar por el Auxilio Social y haber tenido una infancia más feliz. Ya lo creo que sí. Un compañero de profesión al que le parecía que “Paracuellos” era una serie de éxito, en cierta ocasión me dijo: “Claro, tú como has tenido la suerte de pasar por esos colegios tan jodidos…”. Pasar por esos colegios tan jodidos no es ninguna suerte, más bien es una tremenda desgracia. En la vida de todo ser humano hay muchas cosas que se pueden contar. Yo estoy seguro de que, de haber tenido otra infancia, habría contado otras cosas.
Tu trabajo, para muchos de nosotros/as, marca un antes y un después en el cómic español. Tanto en los cómics más claramente políticos (o sociales) como en los más “comerciales” o de género, siempre has tenido un fuerte compromiso político. Cuando apostabas por ese compromiso político en aquella España que salía de la oscuridad del franquismo, ¿percibías, o percibes ahora, la importancia de ese posicionamiento, la fuerte influencia y el largo alcance que tendría sobre varias generaciones de autores y autoras que nacimos a partir de los 60? (Miguel Ángel Giner, autor)
Es muy bonito eso que dices del antes y el después. Gracias. Me agrada pensar que hubiese sido así. Lo que sí es cierto es que mucha gente me ha dicho “yo, en tus trabajos, he aprendido muchas cosas”. Es posible, claro, en la misma medida que yo he aprendido muchas cosas en los trabajos de otros autores. El primer editor que publicó mis álbumes, José María de la Torre, era un editor concienciado que se dedicaba prácticamente a publicar textos políticos. Un día fue a Barcelona, donde yo vivía, a buscarme y me dijo “quiero publicar tus tebeos, pues creo que un tebeo tuyo es más fácil de comprender y explica las cosas mejor que muchos tratados de los que yo publico”.
Me gustaría saber de tus gustos literarios, musicales y cinematográficos. Obras que te hayan marcado o que las tengas siempre presentes. Y si quieres, al revés, dime también las que te fastidian que tengan o hayan tenido éxito o reconocimiento. (Horacio Altuna, autor)
Hay muchas cosas que me gustan o me han gustado, quizá demasiadas. También hay muchas que me aburren, no porque considere que son malas intrínsecamente, sino simplemente porque no me interesan. Y hay algunas que aborrezco por considerarlas nocivas, venenosas, perversas o embrutecedoras. Entre las primeras, lo que me gusta, están Serrat, Sabina, la música mexicana, Chopin, Les Luthiers; Frank Robbins, Iranzo, Moebius, Franquin; Clint Eastwood, Coppola, Spielberg (me dejo muchos...); Poe, Jack London, Guy de Maupassant, Francisco Candel, Omar Khayyam, Bécquer y un largo, muy largo, etcétera. Me aburre el fútbol, la publicidad, el flamenco, la santa misa, la mayoría de los políticos y un también bastante largo etcétera. Y considero nocivas las religiones (todas), los fascismos, los bancos… También me repugnan los toros y las basuras televisivas, entre otras cosas. Como ves, no soy nada moderno.
¿En qué términos te relacionas ahora con aquella España putrefacta pero tan fotogénica que aparece en “Paracuellos”? (Rubén Lardín, escritor)
No considero que en “Paracuellos” yo muestre una España muy fotogénica, más bien al contrario: creo que trato de mostrar un colegio triste habitado por niños tristes, tal y como eran estos “hogares”. No guardo ninguna relación con aquella España. Es un mal recuerdo que a veces trato de recordar a los que no lo conocieron para evitar que, a ser posible, vuelva a repetirse.
Hola, Carlos. Últimamente has hecho “Punto Final” (2019), donde se cierran etapas de tu vida como “Dani Futuro” o “Gringo”, de los 70. También, de alguna manera, has cerrado tu mirada a la profesión con la trilogía del crepúsculo (“Crisálida”, “Canción de Navidad” y “Es hoy”). Pero ¿es posible cerrar “Paracuellos”? (Álvaro Pons, periodista y divulgador)
Inevitablemente llega un momento en la vida de todo autor en el que tienes que empezar a enfrentarte al final de lo que eres o de lo que has hecho. Yo, es cierto, por una cuestión de coherencia, he empezado a cerrar las antiguas series y a poner fin a los personajes en los que en mi vida he trabajado. He cerrado “Gringo”, he cerrado “Dani Futuro”, he cerrado esa trilogía que parece ser que empieza a conocerse como la “Trilogía del Crepúsculo” (el nombre me parece muy bien, me gusta) y también he cerrado “Paracuellos” con el volumen 9 ya terminado con la idea de que sea definitivamente. Me ha dado cierta pena, pues todo autor termina tomando cariño a sus personajes. Pero me ha parecido bien hacerlo, tengo ya 80 años y creo que debo dejar la casa barrida y en orden antes de abandonarla.
Tengo curiosidad por saber cómo siente que ha cambiado el cómic (como género artístico) en todo su tiempo recorrido, así como el oficio mismo de dibujante. (Miguel Brieva, autor)
Yo no sé si habré cambiado algo en el cómic. Ojalá y fuese para bien. En todo momento, he tratado de hacer las cosas lo mejor posible, lo mejor que he sabido. Me ha gustado mi profesión y casi siempre (no siempre) he disfrutado haciendo mi trabajo. ¿Cómo me siento? Satisfecho, más que de lo que he hecho, que sin duda alguna podría haber sido mejor, sí de haberlo hecho; de haber conseguido llegar a trabajar en libertad, de escoger yo mis propios temas, de ser propietario de mis obras, de tener (y poder disponer de ellos para venderlos, exponerlos o regalarlos) los originales de mis trabajos. Es decir, estoy contento de haber conseguido ser un autor completamente libre.
Carlos, ¿por qué no usas el ordenador, como todo el mundo? (Josep Maria Beà, autor)
Uso el ordenador para todo lo que puedo, menos para dibujar. Para esto no solo no lo uso, sino que me alegro mucho de no haberlo usado nunca. Gracias a eso, he podido conservar todos mis originales hechos en papel, lo que me permite en la actualidad venderlos y ganarme muy bien la vida, mejor que dibujando historietas para una industria cada vez más empobrecida y con tiradas cada vez más más exiguas. Dibujo las páginas para sentirme vivo y porque pienso en mis fieles lectores. Pero lo que en la actualidad me permite vivir desahogadamente es la venta de los originales. Ya casi nadie dibuja sobre papel, así que los dibujos originales son un bien apreciado, buscado cada vez más por los coleccionistas, los galeristas y los amantes de estos dibujos. Y según vaya pasando el tiempo, el valor de los dibujos originales de las páginas de las historietas, que cada vez serán más escasos, aumentará.
¿Qué reflexiones y qué emociones te ha producido saber que “Paracuellos” ha sido elegido en esta lista confeccionada a partir de los votos de otros autores, periodistas, teóricos, historiadores y expertos en cómic como mejor tebeo español de la historia? (Joan Pons, periodista de Rockdelux y organizador de la lista “Los 100 mejores tebeos españoles”)
Me siento un poco abrumado. Me gusta, me da alegría, me produce orgullo, me da satisfacción… Pero trato de no creérmelo. Quizá dentro de unos años, si se hace el mismo escrutinio, saldrá un autor y una obra diferente. Lo que más me gusta de este regalo (lo considero un regalo) es que los que han votado han sido gente a la que yo valoro, admiro y respeto, personas de la profesión que supongo bien informadas y con suficiente paladar para saber escoger un plato del menú. Lo agradezco profundamente. Como ya he dicho en otra ocasión, no estoy seguro de merecerme este honor. Pero lo merezca o no, me gusta mucho haberlo recibido. Muchas gracias, amigos. ∎