Película

Cuando acecha la maldad

Demián Rugna

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“Cuando acecha la maldad” –se estrena hoy en nuestros cines– fue una de las películas de terror que definieron 2023, una de las más comentadas y aplaudidas a su paso por festivales (hizo casi todos los festivales grandes de terror y fantástico, entre ellos el de Sitges, donde ganó el premio a la mejor película). También es una de las películas recientes de terror con una mayor proyección internacional debido, sobre todo, a su estreno (limitado) en Estados Unidos y a su posterior incorporación al catálogo del servicio de streaming (especializado en terror) Shudder.

“Cuando acecha la maldad” es tremendamente eficaz con el público. Asistir a la proyección de la película en un festival permite comprobar que su mal rollo va directo a la piel, sus golpes de efecto funcionan y noquean y su ferocidad, no exenta (sin estar ante una comedia negra, aunque tenga humor) de un componente lúdico, se festeja. La celebración en la actualidad de un cine de terror que aboga por un horror más visceral, sangriento y sucio (y la apuesta desde la creación por este tipo de películas), cero preocupado por la corrección, podría ser una especie de reacción a unos cuantos años dominados por un cine de terror muy intelectual y, sobre todo, muy intelectualizado. El éxito de la gore “Terrifier 2” (Damien Leone, 2022) o de “La mesita del comedor” (2022), la película de Caye Casas que ha arrasado en festivales especializados, también podrían ser buenos ejemplos (aun siendo muy distintas de la de Rugna y muy distintas entre sí) de esa posible tendencia a la contra. Pero, al margen de si su éxito tiene que ver o no con ese hartazgo del llamado terror elevado (una etiqueta odiosa pero muy ilustrativa), “Cuando acecha la maldad” funciona por méritos propios.

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Demián Rugna (Haedo, Argentina, 1979) es capaz de hacer algo que no tantos directores de cine de terror saben hacer: concebir verdaderas escenas-situaciones de terror, proponer momentos de impacto bien diseñados y articulados, originales aunque se amparen en los códigos del género y con el horror en las entrañas. El (buen) terror de Rugna no es ni rutinario ni cosmético. Son buenos ejemplos las mejores escenas (la de la bañera, la de la aparición del niño) de “Aterrados” (2017), su anterior (y superior) película, o la del perro y la que ilustra el póster de “Cuando acecha la maldad”. Rugna también es bueno en su manera de acotar el terror, de crear un universo propio y verosímil (a pesar de la locura, o precisamente por ella) donde el mal amenaza y actúa de maneras inconcebibles. Sobre posesiones demoníacas en la Argentina rural, “Cuando acecha la maldad” funciona en esa concepción de un mundo propio y golpea con varias escenas de impacto en las que la dinámica suspense-bofetada está articulada con ingenio y gracia. Sin embargo, no es tan impecable en su construcción narrativa. Tras una estupenda presentación tanto de los personajes como de la situación (esa posesión contagiosa), una vez están puestas las cartas sobre la mesa, la película tiende a explicarse verbalmente a sí misma, con cierta tendencia a la reiteración, cuando no consigue hacerlo desde las acciones. Esa es una de sus flaquezas. La otra es que, al final, la mayoría de los impactos tienen que ver con lo mismo: la perversión de la infancia, un recurso muy eficaz en el cine de terror (y que aquí da algún momento brillante) pero también muy fácil cuando se convierte en el principal motivo de provocación. ∎

El miedo es esto.
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