Edi Clavo

20 de noviembre de 1975. Un acongojado Carlos Arias Navarro, a la sazón presidente del Gobierno de España, comunica mediante mensaje televisivo la muerte de Francisco Franco. Se cerraban así casi cuatro décadas de dictadura mientras que, en ciertos sectores, el rechazo de lo establecido se concretaba en una “experiencia enrollada” cuya clave “había que buscarla en las catacumbas de la cultura oficial, bajo las alcantarillas, traspasando la opacidad tardofranquista y en el eje asfaltado que comunicaba tres ciudades con el mundo, el demonio y la carne: Sevilla-Madrid-Barcelona”. En el terreno musical, el país comenzaba a normalizar la presencia de festivales en su territorio, abriendo la puerta un año después a la primera visita de los Rolling Stones a modo de despertador de un sentimiento europeísta poco antes impensable. Nacía el Rrollo, con doble erre.

1975 se convirtió en el año bisagra durante el cual nuevos mensajes y formas culturales asociadas a la marginalidad y el underground se filtraron entre los resquicios del régimen desde ámbitos como el cine, las revistas musicales, el cómic, los libros, la radio, la televisión, los festivales y, por supuesto, una música rock plasmada en la dicotomía rockeros versus sinfónicos y precedida a finales de los 60 por grupos de influjo progresivo como los barceloneses Máquina! o los sevillanos Smash. Después de que otros trabajos lo abordaran desde otros prismas culturales, Edi Clavo (Madrid, 1958) toma ahora el rock como factor de articulación de su “Viva el Rollo! Una crónica del Rock & Rollo en la España de 1975” con el objeto de diseccionar el intenso y decisivo latido cultural y social de doce meses cruciales –“El año cero del big bang del Rollo”– por su simbolismo y realidad.

Segmentado en capítulos temáticos, quien fuese batería de Gabinete Caligari y autor de obras como la monografía “Camino Soria” (Contra, 2018), parte de un minucioso trabajo de investigación para destripar en 323 páginas la realidad de aquel año con un escrupuloso bisturí que armoniza antropología y sociología. De hecho, su enfoque no se queda en el mero retrato, sino que contextualiza cada ámbito sobre un trenzado lienzo: desde antecedentes y consecuencias, acciones y reacciones, hasta aculturaciones e influencias. Por sus páginas desfilan cintas del impacto generacional de “La naranja mecánica”, “Blow Up” o “Easy Rider”; cabeceras como ‘Ajoblanco’, ‘Star’, ‘Popular 1’, ‘Disco Expres’ o ‘Vibraciones’, y emisoras como Popular FM, Onda 2 o las asentadas en bases norteamericanas. También el televisivo “Mundo Pop”, locales como Zeleste o M&M, la compilación discográfica “¡¡Viva el Rollo!!” (1975), la Barcelona layetana, iconos del peso de Gonzalo García Pelayo o Mariscal Romero y festivales como La Cochambre en Burgos o el barcelonés Canet Rock. Una generosa relación de hitos y citas del Rollo Macabeo que se ajusta a su propia jerga –demasié para el cuerpo– como anillo al dedo. ∎