Aunque mi historieta favorita suya es
“A Gurl” (1971), una obra menuda y remota, ahora no es el momento de mostrarse perplejo.
Robert Crumb (Filadelfia, 1943) es consecuente con su trayectoria cuando decide trasladar al pie de la letra el primer libro del Pentateuco. Cuando, sobreponiéndose al embustero tecnicolor característico del cine bíblico norteamericano, se sirve de las Sagradas Escrituras como manantial para hacer el mundo. Lo construye todo, lo dibuja TODO y pretende así la cumbre de su sensualidad como autor, como dibujante.