No deja de ser cuando menos relevante que “Los valientes están solos” (“Solo è il coraggio”, 2022; Anagrama, 2023; traducción de Juan Manuel Salmerón), el libro definitivo sobre el mítico juez Giovanni Falcone, haya sido escrito por nada menos que Roberto Saviano (Nápoles, 1979), a quien podemos calificar, sin ningún tipo de rubor, como el heredero natural de quien trazó las líneas de ataque más consistentes contra la mafia italiana.
El propio Falcone murió asesinado en 1992. Una explosión acabó con su vida, la de su esposa y la de tres escoltas. Dicho suceso marca uno de los extremos de tan monumental biografía novelada, en la que otra explosión, sucedida en 1943, nos recuerda que su único superviviente fue quien mandó matarlo medio siglo después.
El hilo de los acontecimientos está narrado en base a capítulos definidos por un lugar y un año, dentro del cual también nos encontramos con miradas al pasado que ayudan a forjar la perspectiva poliédrica de una novela que desborda por la tensión generada en su atmósfera, cuajada en torno a la incertidumbre constante que consigue transmitir Saviano en base a la recreación de unos hechos reales que suman veracidad y ficción. A través de los mismos, el escritor napolitano capta el espíritu de unos años, los ochenta, en los que Italia vivió anestesiada a través del mandato de Sandro Pertini, carismático presidente de la República, el crecimiento de la figura estruendosa de Silvio Berlusconi y el dominio en el mundo del fútbol, marcados por el Mundial ganado por la azzurra en 1982, aunque también por la desgracia vivida en Heysel, acaecida en la final de la Copa de Europa que la Juventus ganó en 1985.
Esta serie de hechos consiguieron desviar la atención de la campaña contra el terror que Falcone orquestó en aquellos tiempos, milimétricamente descritos, cual reverberación literaria de la cinematografía del Sidney Lumet más crítico. Este enfoque sirve para encuadrar un contexto temporal dentro del cual, a pesar de todas las distracciones que disfrazaron sus logros, Falcone se convirtió en la gran figura mediática de su país, aquí devuelta a la vida a través de un thriller entretejido en base a un mosaico inconmensurable de datos recogidos en un trabajo de investigación simpar. Con estos mimbres, Saviano funde los poderes fácticos con periódicos tan influyentes como ‘La Reppublica’ y ‘L’Unità’, con fiscales, políticos y el cuerpo de policía en un gran mural que ha sabido atar por medio de su novela más intensa en cuanto a ritmo de diálogos se refiere. Sin duda, su trabajo más brillante tras la imbatible “Gomorra” (2006), el faro guía de los impulsos críticos de este azote contra la mafia que, tras casi dos décadas, sigue viviendo en las sombras, amenazado de muerte. Eso sí, con la perseverancia suficiente como para seguir asestando golpes a sus enemigos con artilugios tan contundentes como este homenaje a pecho descubierto a su gran antecesor dentro de una lucha que, desgraciadamente, aún necesita de muchos capítulos para seguir siendo documentada en el futuro. ∎