Robin D. G. Kelley (Nueva York, 1962) comenzó su estudio sobre el gangsta rap y el Los Ángeles posindustrial un año antes del alzamiento de L.A. en 1992 y pocos meses después de que cuatro policías aporrearan durante más de diez minutos a un hombre llamado Rodney King, detenido tras una persecución. Un vecino lo grabó y lo mandó a la televisión local. Los agentes fueron absueltos y la reacción inmediata: uno de los mayores disturbios raciales de la historia de los Estados Unidos. Como los vividos hace apenas dos años tras el asesinato de George Floyd. Como en Ferguson en 2014. Como lo ocurrido tras el asesinato de Martin Luther King en 1968. Como en Detroit un año antes.
La editorial antes conocida como Antipersona publica por primera vez en español “Historia oculta de la rebelión negra” (“Race Rebels. Culture, Politics And The Black Working Class”, 1994; levanta fuego, 2022 ), obra que permanece plenamente vigente hoy, tras casi tres décadas de aplastamiento neocón, por su toma de la calle como campo de batalla y de lo cultural. Es también una declaración de Kelley, historiador y profesor de Estudios Afroestadounidenses de la Universidad de California, del fracaso de las teorías sociológicas de la cultura dominante y de las políticas academicistas.
Lo que nos ocupa es un recorrido sobre cómo las pequeñas acciones subversivas cotidianas, a veces conscientes, muchas otras no, desde perder el tiempo en la fábrica, el absentismo laboral, el lenguaje grosero o hasta pintar grafitis, pueden convertirse en prácticas tan beligerantes como plantar cara a la segregación en el transporte público o la lucha directa. Un estudio sobre la capacidad de las prácticas culturales, especialmente de la juventud negra urbana de clase obrera, para enfrentar los tópicos hegemónicos y reclamar espacios propios de ocio, placer y descanso, siempre con el eje conflictividad/clase social (ahora tan arrinconado en las luchas identitarias) en el foco. Tan enemigo es el opresor blanco como el pequeño burgués afroamericano.
Kelley aborda la historia de los milicianos negros que lucharon contra el fascismo en la Guerra Civil española; habla del empoderamiento y libertad que los jóvenes negros de clase trabajadora encontraron al pisar las pistas de baile del Savoy de Harlem o el Roseland Ballroom, del placer y el orgullo que sentían mientras fardaban con sus trajes zoot o vacilaban por las calles; reflexiona sobre la toma de conciencia de Malcolm X, entonces todavía Malcolm Little, en su etapa hípster, y explica cómo el gangsta rap en Los Ángeles y el hip hop de la Costa Oeste fueron una premonición de la insurrección de 1992.
Pero este recorrido por la crisis de la juventud negra en la clase obrera en Estados Unidos también nos recuerda, en tiempo de polaridades, que el activismo social y la lucha política no son algo puro y perfecto, sino que están repletos de contradicciones. Kelley critica sin tapujos tanto los conflictos ideológicos como de género y, especialmente, la misoginia y el machismo que arrastra desde su inicio la cultura afroamericana.
“Historia oculta de la rebelión negra” “no es un manual ni una guía para la revolución”, comenta Kelley. Intenta averiguar cómo la clase obrera negra ha adoptado soluciones para sobrevivir y luchar a lo largo de décadas, habla sobre su reconceptualización y la de los problemas que hacen que los trabajadores negros se movilicen. ∎