Cómic

Simon Hanselmann

Café RománticaFulgencio Pimentel, 2025

Tal y como cuenta el propio autor en un pasaje de su obra, Café Romántica era un local icónico de la noche de Melbourne: abría toda la noche, se podía comer y había billar. Igual que ocurre con una montaña rusa –que ni es montaña ni es rusa–, el local no era un café, ni era el sitio más apropiado para celebrar San Valentín. En él se juntaban personajes variopintos, desde taxistas a macarras y demás gente desnortada que pudiese buscar una cerveza y un trozo de pizza un día cualquiera a las cuatro de la mañana. Los altercados eran habituales y, aun así, Simon Hanselmann (Launceston, Australia, 1981) guarda un grato recuerdo de las muchas horas pasadas en ese tugurio mano a mano junto a su amigo, el músico y artista HTML Flowers.

Con este “Café Romántica” (Fulgencio Pimentel, 2025; traducción de Alberto García Marcos y César Sánchez) pasa un poco lo mismo. El título y la portada, realizada expresamente por el autor para esta recopilación de materiales publicados en infinidad de fanzines y antologías difíciles de conseguir, suponen un trampantojo para quien no conozca el lore de la saga de Megg, Mogg & Búho. El homenaje en la cubierta al “Another Time, Another Place” (1974) de Bryan Ferry y la primorosa edición de Fulgencio Pimentel son la única concesión al glamur y la belleza canónica que se permite este volumen de 384 páginas. En él, historia tras historia, se amplía el universo slacker, desaliñado e inexplicablemente entrañable de este elenco de personajes disfuncionales e involuntariamente antisistema.

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Los tres años que han pasado desde la publicación de “Zona crítica” (Fulgencio Pimentel, 2022) se han hecho largos para la variopinta parroquia de seguidores de una de las series que mejor sirven para entender el cómic del siglo XXI y el propio siglo en general. Por eso, aunque esta recopilación no supone estrictamente una continuación de lo que podríamos definir como la trama principal, sí que sirve para alimentar el hambre de delirio, angst e imprevisibilidad que supone cada página en la que aparecen estos personajes. Hay, además, un efecto colateral como es la (todavía) mayor libertad con la que Hanselmann afronta las historias que aparecen en “Café Romántica”.

Por una parte, hay un amplísimo abanico de soluciones gráficas, que van desde el blanco y negro más sintético a una solución lo más parecida posible al “estándar” a color de Hanselmann más habitual, tanto en sus obras largas previas como en las que publica serializadas en su cuenta de Instagram (y que se recopilan posteriormente). Entremedias, juegos con el color y el diseño de las páginas, y un par de estimulantes arranques de acuarela y rotulador “a pelo” que empoderan la esencia fanzinera de un autor que, por outsider que sea, ha consolidado un estilo y una profesionalidad acordes con el éxito amplio de su obra.

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Por otra, “Café Romántica” perpetúa la dieta dura de sexo chungo, cafradas a cargo de Werewolf Jones, puteo sistemático a Búho y pequeñas miserias contadas de manera monumental en un formato mucho más concentrado. Así, en las pastis que componen este libro, se folla más guarro, se toman más drogas y, en definitiva, se camina bien profundo en el lado salvaje. Hay pocos cómics que, a partir de una fórmula tan concreta, sigan siendo capaces de remover, espantar y divertir a sus lectores a veces, incluso, de manera simultánea. ∎

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