Serie

The Afterparty

Christopher Miller(miniserie, Apple TV+)
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La era de la posverdad es ideal para historias que muestran cómo un mismo evento será vivido y narrado de manera distinta por personas distintas. La fórmula “Rashomon” (Akira Kurosawa, 1950), que Ridley Scott ha adoptado en la gran pantalla con “El último duelo” (2021), ha sido empleada durante décadas en el mundo de la ficción televisiva como mecanismo para el humor por contraste en sitcoms y más allá –los estupendos episodios de “Expediente X” (1993-2002 y 2016-2018) donde Mulder y Scully exponían sus visiones contrapuestas de un mismo caso–, con lo que era natural esperar otra vuelta de tuerca extra por parte del talento creativo de Christopher Miller. Así ocurre en “The Afterparty” (2022), un misterio policial donde los protagonistas cuentan los acontecimientos de una noche siguiendo cada uno las convenciones formales del género cinematográfico que mejor se ajusta a su personalidad.

“The Afterparty” supone la recuperación como miniserie de un antiguo proyecto de largometraje de Miller, que dirige los ocho episodios de media hora y produce junto a Phil Lord, con quien forma uno de los equipos más estimulantes del mainstream estadounidense. Desde su debut con “Lluvia de albóndigas” (2009), el sello Lord/Miller se ha caracterizado por la agudeza al abordar propuestas conceptualmente agónicas (adaptación al cine de una serie de TV olvidada, una película con bloques de Lego, la enésima relectura de Spider-Man) y convertirlas en experiencias originales, inteligentes y endiabladamente entretenidas hasta lo inagotable. En ese sentido, aquí sorprende notar cierta contención, como un timorato pie sobre el pedal del freno haciendo contrapeso al habitual par de ladrillos que aplastan el acelerador.

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“The Afterparty” resuelve su ambiciosa propuesta con soltura, sin que sea palpable una voluntad de hacer estallar sus límites. No es algo malo, solo manso. ¿Quizá consecuencia del trasvase al formato serie que lleva a diversificar esfuerzos en vez de poner toda la carne en el asador? Basta ver cómo los códigos de los géneros elegidos se invocan más desde la cita que desde la subversión, o cómo en muchas ocasiones sus particularidades tienen una importancia minimizada frente al desarrollo argumental de la trama, llegando a construir cierta homogeneidad (muy visible en los episodios de acción, thriller y policial) en vez de lanzarse a rupturas más radicales entre las entregas, como podía ocurrir en los buenos tiempos de “Community (2009-1015). Miller disfruta el juego conceptual, pero le interesa más contar una historia coherente y bien armada.

Durante una reunión de antiguos alumnos, el que se había convertido en una estrella musical (Dave Franco como un trasunto de Justin Bieber excelsamente irritante) muere al caer por un acantilado desde la mansión en la que había convocado a un pequeño grupo de allegados, todos ellos portadores de secretos y conflictos larvados que salen a la luz durante la noche. Tiffany Haddish es la detective encargada de esclarecer la muerte y ejercer como representante del espectador, mientras escucha los relatos de un reparto equivalente al sueño húmedo de todo fan exquisito de la comedia reciente: Sam Richardson, Ilana Glazer, Ben Schwartz, Ike Barinholtz, Tiya Sircar… Acostumbrados a su brillo como secundarios, solo cabe agradecer poder verlos al frente de una historia coral que va reinventándose y dándoles la oportunidad de expandir sus registros. 

Con todo, quizá sean Richardson y Schwartz quienes realmente sacan más partido a sus personajes. El primero, como un diseñador de escape rooms (pasar por alto este tipo de genialidades, que abundan en “The Afterparty”, sería un error) dispuesto a reavivar la llama del amor con su crush. Y el segundo, como un voluntarioso aspirante a músico que encabeza uno de los dos mejores episodios de la serie y el de mayores ocurrencias visuales: el musical. El otro es el dedicado a recordar otra fiesta definitoria para los protagonistas, esta vez en el instituto, que traslada la acción a los años 90 y demuestra lo natural que le sale a Miller ese registro, por si no había quedado claro con las capitales “Clone High” (2002-03) o “Infiltrados en clase” (2012), al lado de las cuales “The Afterparty” puede quedar como una nota a pie de página. Tan ingeniosa y ligera que no duele leerla ocho veces. ∎

Misterio en tono de comedia.
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