Película

Volveréis

Jonás Trueba

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Tradicionalmente, en España las separaciones entre las parejas jóvenes sin hijos siempre fueron muy radicales: nunca más se supo. Todo lo contrario ocurría al otro lado de los Pirineos, donde a menudo se mantenía una cierta amistad y hasta continuaban las relaciones con la que una vez fue familia política, el exsuegro y la exsuegra. Los tiempos han cambiado y Jonás Trueba sigue siendo el más afrancesado de nuestros cineastas, por lo que no resulta extraño que, incluso viviendo en un privilegiado dúplex de la capital del reino, los personajes encarnados por colaboradores tan próximos al cineasta como el siempre gracioso Vito Sanz y la agradablemente intensa Itsaso Arana (ambos comparten crédito como coguionistas del filme) afronten la ruptura de su pareja de ficción con una sonrisa, cero dramas y hasta la perspectiva de una fiesta de separación, concepto innovador que será el clímax de la película. Con estos mimbres, tampoco sorprendió que “Volveréis” (2024; se estrena hoy), película coproducida por Sylvie Pialat, se estrenara y acabara triunfando en la Quincena de los Cineastas de Cannes, donde Trueba fue, en esta edición, el único director con pasaporte español.

Sin embargo, nada puede ser tan sencillo, de lo contrario no habría película, y el mejor de los Trueba, tomando prestada la idea no menos francesa de confundir cine y vida, complica la historia convirtiendo a Arana –en la vida real directora de la más que notable “Las chicas están bien” (2023)– en la realizadora de una película de la que Sanz es protagonista. De modo que, por un lado, tenemos las sutiles y muy elegantes variaciones con las que la pareja de actores lidia con la idea de la separación en positivo, sujeta a un continuo carrusel emocional que trata de no exteriorizar, aferrándose a la idea equívoca de que todo está bien. Y por el otro el rodaje que, de manera audaz, se sobrepone al de la propia película, de la que apenas se distingue: Itsaso y Vito se separan después de visitar un piso que será para uno de los dos –visitan pisos de soltero juntos, otra risueña paradoja– y aparece un plano de él caminando que enseguida se verá, sin transición narrativa alguna, como el de la película dentro de la película, que Arana dirige devorada por las dudas.

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Así es el dispositivo en que, más allá de algún comentario sobre los precios del alquiler, Trueba desestima la idea de profundizar en la separación como una empresa en quiebra, por mucho que el factor económico sea determinante para el común de los mortales. Tampoco es que lo esperásemos ahí. Eso ya estaba en “Tenéis que venir a verla” (2022), y aunque se acercó al género con la extraordinaria “Quién lo impide” (2021), difícilmente lo veremos nunca como un cineasta social. Antes va lo cinéfilo y lo sentimental. Más bien inspirado, ya desde el título, por las llamadas comedias de “rematrimonio” del Hollywood clásico –clásicos screwball como “La pícara puritana” (Leo McCarey, 1937)– y multiplicando los guiños a su propia filmografía autoficcional –aquí por fin aparece su padre, Fernando Trueba, con un papel a medida (y sale un libro de Daniel Gascón, guionista de su ópera prima)–, Jonás Trueba borda su primera película abiertamente cómica, en la que, sin embargo, late una profunda melancolía: cuanto mejor se intenta sobrellevar los avatares de la existencia sin caer en los excesos del (melo)drama, más consciente se acaba siendo del volumen real que las cosas rotas ocupan en nuestra vida. “Volveréis” es un magnífico canto a la posibilidad de continuidad después de la ruptura, a la dignidad con la que se trata de cicatrizar el desgarro de lo íntimo. Una película idealista en su trasfondo y deliciosa en su superficie, con un magnífico y delicadísimo trabajo actoral, como siempre chez Los Ilusos. Tiene el encanto de una sonrisa triste, la sal de las lágrimas de emociones largamente contenidas. Estupendísima. Una joyita pop, como la canción de Adiós Amores compuesta especialmente para la ocasión. ∎

Afrancesado final celebratorio.
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