Álbum

Amelia Barratt & Bryan Ferry

Loose TalkDene Jesmond, 2025

La alianza entre Amelia Barratt y Bryan Ferry comenzó el año pasado con “Star”, canción que cerraba el CD de rarezas incluido en la caja recopilatoria “Retrospective. Selected Recordings 1973-2023” (2024). Inspirándose en un boceto de Trent Reznor y Atticus Ross, de Nine Inch Nails, era también la primera pieza firmada por Ferry desde el convencional “Avonmore” (2014), y lo hacía en colaboración con su nueva musa de las artes, una joven talentosa nacida en 1989, formada en Glasgow, que expone desde hace una década y que en su currículum dice ser pintora, performer y escritora. Junto a un tal Christian Flamm publicó “Eine Unterhaltung/An Entertainment” (2023), una casete de electrónica con spoken word bilingüe, nuevo fetiche del universo Ferry donde la andrógina vocalista acaba de ingresar a modo de Gina X o de una Marie Davidson.

Y qué decir del ex Roxy Music. Si en aquel tema compartía voz con Barratt, en “Loose Talk” apenas se le escucha, salvo en algún corte suelto, como “Orchestra”, pero muy lejanamente. No sabemos con exactitud de qué nos está hablando la chica, pero emplea su voz firme, hipnótica, como de cine negro, para deslizar sugerentes monólogos hiperrealistas bajo las luces de la ciudad. A sus 79 años, Ferry parece haberse cansado de las narrativas habituales y se atreve con un “disco Frankenstein” donde aparece como autor de la música y coproductor junto al ingeniero de sonido James Garzke, presente en su equipo desde “Bitter-Sweet” (2018), el álbum de versiones que sacó como Bryan Ferry And His Orchestra tras su participación en la banda sonora de la serie germana “Babylon Berlin”.

“Loose Talk” –“habladurías”– tiende al ascetismo, pero la música que suena no es un mero acompañamiento, solo está un poco por debajo de la voz de Barratt. “Stand Near Me” recuerda al jazz electrónico de Badalamenti, también extraño y menos denso. La más dramática “Florist” retrata a un vendedor de flores a la salida de un teatro bajo una lluvia seca de trip hop. Ella se va con él. “White Noise” te hace pensar en “Sunset”, una canción de “Stranded” (1973), el segundo disco de Roxy Music. “Pictures On A Wall” o “Holiday” capitalizan la receta de “Avalon” (1982), el último álbum en estudio del grupo –Oriente, sintetizadores, circularidad, distinción–, sobre las viñetas de Barratt acerca de atrapar ratones o asustar a un entrevistador que se cree muy listo. Descubrimos que todo “Loose Talk” se basa en antiguos descartes de la banda. En la mencionada “Orchestra” hasta parece que sus escasos overdubs han sido aplicados directamente sobre las viejas cintas.

El resultado es un álbum que transpira espaciosidad –la de un club privado escondido en alguna callejuela de Covent Garden más que una galería de arte–, tensión irresuelta o calma poética, dependiendo del momento, entre el clasicismo y el experimento, ambos enigmáticamente resonantes –ya no tanto: eso eran Roxy Music–, brillante, granuloso y sin orquestaciones regias, donde han participado músicos como Paul Thompson –batería original de Roxy Music–, el bajista James Eller –fijo en The The– o el guitarrista Jeff Thall –colaborador de John Cale en directo–. Melodías cíclicas y pulsantes, en la mejor tradición de los “talking tracks”, un subgénero cautivador con joyas históricas que bien merecerían mayor atención.

Entretenido estos últimos tiempos en recuperar, con clase pero sin riesgo, repertorios clásicos propios y ajenos, Ferry ha sabido crear esta vez algo fresco rebuscando con astucia entre las cenizas con un precedente ilustre pero indirecto, o viceversa: “In Every Dream Home A Heartache”, esta vez de “For Your Pleasure” (1973), el otro álbum de Roxy Music con Brian Eno a bordo. Música, textos, arte, cine y toda su experiencia puesta al servicio de un concepto mayormente nuevo para él, cuyo rostro ni siquiera sale en la portada del disco, y de las microhistorias recitadas por Amelia Barratt, en cuyos detalles pueden entretenerse para la descodificación o simplemente disolverse en el timbre cálido, desafectado y ligeramente amenazante de su voz –una difícil ecuación–, mientras suena esta música nocturna, exploratoria, melancólica, envolvente, crepuscular y admirablemente producida. Cuentan que se conocieron casualmente, cómo no, en la inauguración de una exposición de arte. “Loose Talk” acaba con su tema homónimo, el más rítmico y pegadizo, donde de nuevo se escucha a Ferry tararear. ∎

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