Álbum

Animal Collective

CrestoneDomino-Music As Usual, 2021

No hay grupo en el universo pop que, en el nuevo milenio, haya sufrido un cambio de perspectiva, a la baja, tan drástico por parte de la crítica musical y la audiencia como Animal Collective. De haber sido entronizados con la publicación de Merriweather Post Pavillion” (2009) a sufrir el vacío más absoluto con el terriblemente infravalorado disco visual “Tangerine Reef” (2018), pasaron de ser la comidilla de toda discusión musical a hundirse en las aguas del olvido.

A pesar del fallido “Centipede Hz” (2012), la tendencia natural de los de Baltimore siempre ha sido borrar las huellas más inmediatas en sus diferentes pasos discográficos; en esta ocasión, con el objetivo de musicar un documental ambientado en el desierto de Crestone, donde vive una comunidad de raperos que cultivan marihuana y hacen música para internet.

Con esta excusa, en apariencia menor, Deakin y Geologist han sido los encargados de representar al Colectivo Animal mediante un nuevo volantazo en su trayectoria repleto de invitaciones a la gasificación neuronal. Así sucede en “Eye In The Sky”, mediante la cual despliegan un haiku de tonos relajantes, mientras que en la siguiente parada, “Boxing & Breathing”, se bañan en una impresionista lluvia glitch.

Cada una de las dieciséis piezas aquí incluidas exuda trazo propio, aunque siempre dentro de una consciencia etérea total y absoluta. Nunca antes sonaron tan liberados, con muestras de éxtasis incorpóreo como “Benz’s Dream”. En otras, como “Sloppy’s Dream”, abrazan de lleno la ortodoxia kosmische que conecta con la versión más astral de Popol Vuh. La huella bávara llega hasta “Zapata Falls”, con reminiscencias al Edgar Froese paisajístico de álbumes como “Aqua” (1974).

Otro de los baluartes que subrayan la autonomía de “Crestone” es “Sand That Moves”, a través de la cual alcanzan cotas de hermosura prístina, en un vibrante híbrido electroacústico. Tampoco podemos pasar por alto la majestuosidad hauntology de “Cotton Candy Sky (Dead God Theme”), en la que llegan a recordar a los trabajos ambient de Leyland Kirby. Esta última funciona como cierre apropiado de un discurso aún capaz sorprender, aquí por medio de un vigorizante desdoblamiento minimal instrumental de sí mismos. Nueva metamorfosis, a partir de un trabajo a tener en cuenta para los que, en su día, remozaron como nadie el legado de Brian Wilson y, entre otras máscaras, también fueron adalides del freak folk con “Sung Tongs” (2004). ∎

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