Reedición

Apeiron

Todo sigue intactoFoehn, 2021

Todo sigue intacto diecinueve años después. El único álbum del trío gallego se mantiene como la misma anomalía, el mismo artefacto asombroso que aterrizó en forma de CD en 2002. Su reedición en vinilo invita a redescubrirlo y sorprenderse, si cabe, aún más, porque aquello quedase como un verso libre, una experiencia absolutamente intuitiva, naíf y radical que cumplió tan firmemente su intención de sonar solamente a sí mismo que nadie pudo retomar el testigo (aunque, ojo, ellos siempre han dicho que Apeiron no está finiquitado, que en cualquier momento puede llegar un segundo disco). Sí hubo algún intento posterior: el EP del proyecto Pescando Em Copacabana, con sus dos componentes masculinos, y, claro, toda la carrera en solitario de Emilio José, letrista, bajista y responsable junto con Álvaro Lorenzo de algunas de las ideas más locas del disco. Percusiones sobre una gran caja de Nesquik o con un bote de Nocilla lleno de arroz, guitarras golpeadas por una flauta o por una maquinilla de afeitar a modo de púa en colisión con una melódica, pianos destartalados y la peculiar dicción de la vocalista Belén Rodríguez, que ni recitaba, ni cantaba, ni rapeaba, pero inventaba su manera de hacer todo eso al mismo tiempo.

Sus edades rondaban los 18 años, algunos tenían estudios de conservatorio, pero, desde el aislamiento virginal en una pequeña aldea de Ourense, fundaron su propia Velvet Underground, su propia Morr Music, sin haber escuchado nunca a unos ni otros. Samples tomados de aquí y allá, programaciones básicas seducidas por el hip hop y viviendo una existencia paralela a los clicks & cuts del momento, disonancias subyugantes y otros detalles indescriptibles los hacían sonar como cajas de música estropeadas. Y, sin embargo, y este es el mayor triunfo de Apeiron, no se quedó en una experimentación efectista o vacua. Había melodía, musicalidad, evocación, palabras de romanticismo adolescente sumidas en una melancolía congénita, en conflicto con un mundo hipertecnificado, confuso e incomprensible. Había una emoción absolutamente genuina. Despacio, muy despacio. Quiero aterrizar sin hacerme daño / Está muy lejos tu corazón y muy cerca el espacio, el espacio” eran las palabras que resonaban en el silencio que llega tras “Ex”, la canción que concluye este ovni que ahí sigue, flotando, perdido en la inmensidad. ∎

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