Audience

Con la discreción que siempre los ha caracterizado, la banda de Gernika cumple la friolera de veinte años de productiva carrera. Un hito que viene acompañado por la publicación de un disco doble que, además de suponer un nuevo avance –algo que prácticamente viene implícito con cada paso que dan–, parece resumir lo que ha sido el camino de grupo hasta llegar a lo que son.

Más abiertos que heterodoxos y polifacéticos que imprevisibles, Audience manejan un sonido caleidoscópico que fundamentalmente se ha venido alimentando de la tradición norteamericana. En “Tolesdurak” la base es de nuevo ese folk-rock sin estridencias en el que se sienten tan cómodos y que van a ir modelando, ensuciando, distorsionando o electrificando a voluntad durante el proceso. Por extremado que sea el tratamiento al que lo sometan –y que va a ir desde el post-rock por la vía Mogwai con el que arrancan hasta la delicadeza romántica de “Cartas de amor”–, la coherencia del disco no se resiente. Tampoco le afecta la diversidad de idiomas –conviven euskera, castellano e inglés–, las distintas voces principales –hasta tres– ni el hecho de haber sido grabado en dos sesiones separadas entre sí por más de un año: la pandemia obligó a interrumpir la grabación y el retorno al estudio vino acompañado de material nuevo con perfil y filo diferente, pero nadie lo diría de un título que transmite una sensación nada dispersa.

Lo que ocurre con Audience es que si no aciertan en los dos retos que les supone cada disco la cosa se queda como a medias: no solo se les pide que sean cada vez mejores; de ellos se espera también que arriesguen. Ambas cosas consiguen aquí. La primera sección del disco consolida la parte más previsible, es evidente que cada vez son mejores en lo que siempre les ha caracterizado y han hecho bien. Un puñado de canciones guitarreras, algo rugosas y muy directas, con bien de descarga eléctrica, muestran la talla que han conseguido y un nivel que permite alternar su escucha con la de luminarias tipo Walkabouts, Calexico o Wovenhand sin atisbo de vergüenza ajena. Poca broma. Sin llegar a la mitad del disco la cosa empieza a cambiar y a apuntar a retos aún mayores. Canciones como la citada “Cartas de amor” o “Hatz marka lehioan”, de apariencia liviana pero extremadamente complejas en sus texturas y detalles instrumentales, se sitúan bastante alejadas de los terrenos que hasta ahora habían frecuentado y les sirven para resolver con nota el segundo reto, aquel que implicaba arriesgar. Pero es que esto es Audience, un grupo siempre previsible por conocerse su punto de partida y los caminos por los que van a transitar –al menos durante parte del viaje–, pero a la vez sorprendente porque nunca van a faltar giros de guion inesperados.

Libérrimos pero poco libertinos, te van a driblar seguro pero sin terminar de sacarte del campo. Por grande que sea el riesgo asumido, sus resultados van a ser reconocibles. Se agradece, acostumbrados como estamos a que la pretendida capacidad de sorpresa venga envuelta en dispersión y superficialidad. ∎