En “LOWER”, su tercer álbum, Benjamin Booker toca fondo. Y en esa espiral de ansiedad se recrudecen sus temores, sus miedos; la vivencia de una distopía en tiempo real de la que es difícil escapar –amenazada por las armas, los vecinos y una narrativa que ensalza lo militar– y una experiencia afroamericana que es inseparable, pase lo que pase, gobierne quien gobierne, de la violencia y la muerte. “Aleluya, morir luchando por una vida que no he conseguido todavía”, canta –en lo que es casi un susurro siniestro inundado en una capa de distorsión grunge que evoca los noventa norteamericanos de bandas como The Smashing Pumpkins– en la apertura que supone “BLACK OPPS”. En “LWA IN THE TRAILER PARK”, contra un muro shoegaze, sobre un pulsante ritmo sintético, entre pianos y guitarras que se filtran desde otros planos y emulando a Yo La Tengo, insiste: “Quiero vivir una buena vida / Nadie me amará nunca / Veo cómo hablan de la gente en esta parte de la ciudad”.
La violencia policial y el racismo en EEUU ya incendiaban en clave góspel soul “Witness” (2017), el último disco de Booker, e incluso su debut homónimo (2014), ambos surgidos en parte al calor de los primeros años del movimiento Black Lives Matter, pero su nuevo trabajo se desprende, al menos en primera instancia, de toda visión positivista y optimista para abrazar una sensación de permanente oscuridad y tensión. Para ello, el cantautor asentado en Nueva Orleans cuenta en la coproducción con el productor angelino de hip hop Kenny Segal, aliado habitual de billy woods, que sale para la ocasión de su zona de confort sin abandonar ese misterio psicodélico y profundamente denso que tanto lo caracteriza. Ambos habían dejado ver destellos de su trabajo conjunto, prolongado durante casi un lustro, en canciones como “Doves”, de Armand Hammer, o “Baby Steps”, en el último disco conjunto de Segal con el rapero billy woods. Pero su colaboración alcanza nuevas cotas en un “LOWER” que abre definitivamente las posibilidades en la trayectoria de ambos.
En este sentido, quizá el tema más interesante de este nueva colección sea “SLOW DANCE IN A GAY BAR”: con ese ánimo choppeado y cannábico, Booker y Segal ponen a bailar la personalidad en cierto modo opuesta de sus estilos en una balada de las de agarrarse que sin embargo también es misteriosa e incluso siniestra, como sucedida en la mente, como un escape susurrado entre tanta represión. Su paleta pantanosa, nickcaviana, que convierte cualquier vividez retro en un perturbador y lynchiano blanco y negro y que también es anacrónica en su uso oscilante de producción experimental contemporánea y efectos radiofónicos o una producción distante y que emula lo analógico, se despliega también a lo largo de una “SPEAKING WITH THE DEAD” que recuerda al malditismo avant-soul de Yves Tumor. Y de una “REBECCA LATIMER FELTON TAKES A BBC” que conecta con Thom Yorke y que reconstruye, entre glitches y con una guitarra de eco casi arqueológico, como el que revive una foto vieja castigada por el tiempo, una historia sexual entre la última esclavista estadounidense y uno de sus esclavos: al final, la imagen de figuras humanas balanceándose en los árboles es sacudida por violines y chelos afilados como cuchillas.
Pero en cierto sentido “LOWER” habla también de una resurrección, y casi toda su segunda cara deja entrar la luz y la esperanza. Construida sobre un estimulante loop de batería y ascendida por maquinitas espaciales y un solo de guitarra alucinado, “NEW WORLD” trata de reconexión, y aguanta como la canción más brillante –y con un enfoque más evidentemente pop– de todo el trabajo. “SAME KIND OF LONELY” tira del manual dream pop para buscar nuevos comienzos. “SHOW AND TELL”, con su baño de distorsión, se deja llevar por el sueño de la confianza mutua. “HEAVY ON MY MIND” vuelve sobre los pasos de Neil Young para evocar la posibilidad real –“Quiero algo más que un sueño”– de un mundo y un futuro mejores. Y “HOPE FOR THE NIGHT TIME”, en fin, cierra el trabajo alzándose como un himno de los desamparados narrando, en pasado, la lucha de Booker con el alcoholismo: “Toqué fondo, literalmente arrastrándome por él, borracho como una cuba… (...) Pero sí, tienes que levantarte (...) Cree cuando no sepas si podrás conseguirlo (...) La vida es contagiosa. Cree en tu viaje. Cree en ti”. Con su tercer trabajo, Booker no nos pide exactamente que actuemos, pero sí que nos planteemos si no podemos hacer más de lo que hacemos. Ser mejor siempre estará en nuestra mano. ∎