Álbum

BODEGA

Our Brand Could Be Yr LifeChrysalis- Popstock!, 2024

BODEGA parece una banda de otro tiempo. Su sonido en este tercer álbum es como un tributo a todo el gran rock alternativo norteamericano de los años ochenta y noventa (R.E.M., Pavement, el Paisley Underground, las recreaciones contemporáneas de Parquet Courts…) y al post-punk angular de la escuela Gang Of Four, con unos textos sarcásticos y afilados que recrean ideales en desuso, como el peligro de que las bandas de rock se vendan. “¿Cuál es la diferencia entre un artista y un anunciante?”, dice la voz en off robotizada que introduce “Bodega Bait”.

Como en “Endless Scroll” (2018) y “Broken Equipment” (2022), la banda neoyorquina mantiene una identidad conceptual muy clara, tanto en el diseño de las portadas como en contenidos muy críticos con el tardocapitalismo. Desde el mismo título –que parodia el del libro “Our Band Could Be Your Life”, de Michael Azerrad–, BODEGA apunta hacia la mercantilización de la cultura señalando en todas direcciones. Especialmente relevantes son los tres temas situados casi al final del disco, y que con el título “Cultural Consumer” (I, II y III) ofrecen diferentes puntos de vista sobre, en efecto, el consumidor de cultura, con cierto espíritu Pantomima Full. Tampoco se libra la pornografía en “G.N.D. Deity”, aunque la presencia dominante es la de esos cajeros automáticos que aparecen constantemente a lo largo de todo el álbum, desde su misma imagen en portada. El corte central (octavo de quince) es un tema titulado “ATM” que parece un jingle publicitario a modo de intermedio del disco, en forma casi de rap metal. No es su momento más logrado (de hecho, es un poco burdo), pero la mayor parte del álbum se deja escuchar con gozo precisamente por retraernos a los tiempos en que importaban otro tipo de cosas. La conjunción de voces entre Ben Hozier y Nikki Belfiglio también contribuye a refrescar un buen conjunto de canciones indie rock entre las que incluso aparece un hit superinfeccioso y de tipo tan molón como “Tarkovski”. ¡Quién iba a decir que el cineasta ruso y su filosofía podía inspirar una canción tan pop, e incitar a cantar una y otra vez “Take me to the zone!”.

Por último, y no por ello menos importante, un dato curioso que altera nuestra percepción sobre el disco. En realidad, no es este el tercer trabajo de la banda, sino que se trata de una regrabación –con mejor sonido y actualización en cuanto a contenido– del primero, registrado en 2015 cuando el grupo se llamaba Bodega Bay. Por eso, algunas de las canciones ya sonarán a quienes los hayan visto en directo en su gira anterior. ∎

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