Disco destacado

Brittany Howard

What NowIsland-Universal, 2024

El pasado mes de diciembre, cuando apenas se conocían dos singles del nuevo disco de Brittany Howard, la compositora ofreció una entrevista al diario británico ‘The Guardian’ en la que afirmó: “Siento que el único trabajo que tengo en esta vida es explorar mi propia creatividad”. Los diferentes proyectos de los que ha formado parte con solo 35 años avalan esa convicción. Más relevante que su nombre en los créditos de diferentes álbumes ha sido su obstinación en ampliar sus límites artísticos y no acomodarse en una forma de hacer música que le valió cuatro Grammys en sus tiempos con Alabama Shakes y otros cinco con su primer disco en solitario.

A la formación con la que se dio a conocer le otorgó una pátina que la ubicaba en un sonido roots, pero con cierta singularidad y siempre alejada del mainstream. No era Eli “Paperboy” Reed, pero tampoco aspiraba a convertirse en The Black Keys. Su versión más rockera irrumpió con Thunderbitch, que con una producción mucho más primitiva se aproximaba al protopunk setentero de New York Dolls con “I Don’t Care” o “Let Me Do What Do I Best”, en lo que hace pensar que fue un pequeño paréntesis en la apretada agenda de Alabama Shakes y un lugar de indagación y hedonismo para la cantante.

“Jaime” (2019) fue su asunción como timonel única de sus designios, un viaje introspectivo sobre las secuelas de una pérdida cercana que, una vez más, servía para esculpir una nueva arista de la cantante. El éxito de este trabajo transmuta en escollo de cara a un nuevo disco por la dificultad de seguir ahondando en una inventiva que ya había dado demasiados frutos. “Songs In The Key Of Life”, el disco de Stevie Wonder de 1976, fue el acicate que ayudó a Howard a superar una solitaria pandemia y el cálido mood que se desprende de ese álbum se ha transformado en inspiración para el que es el nuevo mejor álbum de su carrera.

Brittany Howard, psicodélica. Foto: Bobbi Rich
Brittany Howard, psicodélica. Foto: Bobbi Rich

En el descomunal “What Now”, Howard redondea el sonido de su trabajo previo y su infinita imaginación la conduce a terrenos hasta ahora ignotos en los que aterriza con su seguridad inherente. Hay free jazz y pianos disonantes en el cautivador comienzo de “Earth Signs”, pero la contundencia de los bajos que transportan a D’Angelo en la canción que da nombre al álbum recuerdan al “History Repeats” de su debut en solitario. Se puede trazar una línea para unir toda su trayectoria. Lo difícil es averiguar qué dirección tomará en su siguiente arrebato.

Si hay una pista que retrata el afán de innovación es “Prove It To You”, otro de los adelantos del disco en el que su autora lleva a cabo su primera inmersión en el house y que remite directamente a lo que Corinne Bailey Rae quiso con hacer con “Put It Down” en su álbum del pasado año, buscar en la pista de baile un nuevo hilo del que tirar. Brittany insiste en los desaguisados del amor en gran parte de sus letras, algo lógico teniendo en cuenta su condición de negra queer procedente del sureño estado de Alabama a la que probablemente el arte le ha permitido expulsar mucho de lo que durante demasiado tiempo estuvo reprimido. El sentimiento se expresa en fondo y forma complejas con “Red Flags” y de forma más visceral en “Patience”, a modo de balada deudora de Prince.

La autora de “What Now” ha salpicado su disco de un optimismo que tiene en la experimental “Another Day” su principal paradigma. El equilibrio lo logra con piezas de R&B minimalista al estilo de Cleo Sol como “To Be Still” y baladas como “Samson”, a la que la trompeta con sordina da un aire taciturno. El tempo de “Every Color In Blue” concluye en otra evidencia de su capacidad para salir airosa de cualquier jugada arriesgada. Todas las pinceladas componen un fresco dinámico, atractivo y absorbente, sin tiempo para la distracción. En la canción que abría el debut de Alabama Shakes, Brittany Howard cantaba “There must be someone up above, sayin’ / ‘Come on, Brittany, you got to come on up’”. A día de hoy, se ha liberado de todas las cargas que existían en aquel entonces y ha ascendido mucho más de lo que aquella figura divina incrustada en la letra de “Hold On”  podría haber imaginado. ∎

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