Lo mejor de “C’est Lyndi On” –el primer trabajo de Cabiria, publicado a medias por Discos Walden y Fikasound en 2017– fue que nos presentó a una artista sin miedo a ser ella misma, siempre audaz pese a sus limitaciones, proclive a la tentativa, capaz de poner en común influjos muy distantes en lo formal y en lo temporal. Se notaba que la cosa todavía estaba en construcción, pero también que había ganas de elaborar una narrativa pop distinta, sin renunciar al sentido del humor y trabajando con medios caseros.
En “Ciudad de las dos lunas” se aprecia lo mucho que ha aprendido Eva Valero desde entonces, el avance sustancial que su técnica como productora ha experimentado, el compromiso adquirido con el oficio de hacer canciones y su crecimiento como intérprete y compositora. La catalana ha ganado en confianza y por eso es capaz de reflejar sus ideas con mayor claridad y con un acabado de gran riqueza. Este es otro de los atributos del álbum, su minucioso diseño, el detallismo con que Cabiria afronta la elaboración de un discurso que estimula múltiples revisiones y lecturas para aprehender por completo su variedad musical y lírica.
Los fundamentos de estas nuevas partituras arraigan en el territorio del pop sintético más clásico y desde ahí extienden su ramaje hacia el ámbito del eurodance –en la escapista y pegajosa “Lejos un rato”–, la ensoñación retrofuturista de M83 –“DISCO-CAFÉ”– o el latido de New Order en “Via Torino”. También encontramos algún arreglo de corte spectoriano, como “El desencanto”, finos ejercicios de estilo italo disco –es el caso de “Si pudieran hablar”– y paisajismo rítmico de gran potencia evocadora en “Abrigo de sol”.
Grabado y mezclado por Sergio Pérez –cincuenta por ciento de Svper–, “Ciudad de las dos lunas” confirma a Cabiria como avezada melodista. La exuberante“Después de la medianoche” es buen ejemplo de ello y sobresale en el repertorio por la conjunción de elementos e instrumentación que propone. También la ratifica como una escritora hábil, que se desenvuelve con soltura en la introspección y en la ironía, valiente cuando toca enseñar las cicatrices y divertida a la hora de abordar el retrato de corte costumbrista. Hay mucho que rascar en este disco y merece la pena hacerlo. Ir descubriendo poco a poco –sorpresa a sorpresa– todo lo que esconde. ∎