Después de los naufragios llega el momento del raque, ese acto de recoger los objetos perdidos en las costas tras la zozobra de los barcos. También ocurre lo mismo cuando se produce una echazón, que es cuando se lanza por la borda parte de la carga de un buque para aligerar su peso a fin de capear un temporal. Estamos ahora en el raque musical global de recoger todos esos discos que se han creado por la echazón de la COVID-19, compuestos para aligerarnos de esa carga pandémica. Este “El mirador” es uno de ellos. Porque el décimo álbum de estudio de los estadounidenses Calexico se gestó en esos días y con ese espíritu.
Porque, para registrar este disco, fue con esa vibración con la que en el verano de 2021 regresaron Joey Burns y John Convertino a Tucson (Arizona), la localidad que años ha fue su base de operaciones primigenia, aunque ya no residan en ella –Burns se ha mudado a Boise (Idaho) y Convertino, a El Paso (Texas)-. La grabación tuvo lugar en el estudio que allí tiene su veterano acompañante y teclista Sergio Mendoza. Les ha funcionado la estrategia, pues si lo que querían era, para aligerar la carga de aquellos días de zozobra planetaria, retornar al que fue su lugar en el mundo y reencontrarse así con la esencia de su música, lo han logrado.
Entre el viento de Levante, más alborotado, de la canción inicial, la que da título al LP, y el más ligero de Poniente de la segunda, “Harness The Wind”, una de las pocas sin, precisamente, instrumentos de viento (que han regresado exuberantemente a su sonido, por cierto, como si fueran faros de esperanza: escúchese “The El Burro Song”), se mueve la rejuvenecedora brisa de este trabajo. Que es también más de sabor latino que sus últimos lanzamientos y más de como no querer avinagrarse. Con ese bastardo telón de terciopelo que crean para dibujar sobre él su visión de un desierto de ida y vuelta, entre ambas orillas del Río Grande, bien dispuesto para generar una reacción amable, ligera y festiva (si bien no falta, en esta docena de huevos, la dosis de introspección y cierta amargura melancólica en un cuarto de la cesta: “Then You Might See”, “Constellation” y “Caldera ). Un desierto multicultural que admite colaboraciones como la de Sam Beam (Iron & Wine) en un tema y la de Jairo Zavala (Depedro) en el siguiente. Tal vez demasiado multicultural, en el sentido de por abarcar mucho apretar menos, de por tener el gesto amable en el momento preciso perder aquel agarre y pellizco que lucieron en su etapa 1996-2003, aquella aura sin forzar la máquina de “Across The Wire”, “Dub latina” y “Güero canelo”. Aquellas zarzas, pitas y chumberas. ∎