“brat and it’s completely different but also still brat” sigue la estela feísta y cutrona de su predecesor. Es caótico y sucio como el primero, poniendo de manifiesto que lo que se lleva en 2024 es ser una dejada: es el mismo álbum, pero no son las mismas canciones, ¿por qué esforzarse en poner otro título? El mérito de Charli XCX consiste en mostrar como un acto de pereza lo que lleva tras de sí un trabajo desmesurado. Es dosmilero e indie sleaze: tiene que proyectar hedonismo, excesos, complejo de rockstar e inestabilidad mental, pero rehacer una canción que ya está publicada es casi más complejo que empezar una desde cero. Y es que el nuevo álbum de Charli XCX, más que una compilación de remixes, presenta una composición de un universo paralelo (y una mayor adscripción a la cultura dominante).
Con el lanzamiento del nuevo disco de XCX, queda claro que remix ha pasado a significar una cosa completamente diferente de la que significaba hace menos de una década. Rara vez un remix ha sido una nueva versión de la mezcla, pero con el homenaje que la británica se ha hecho a sí misma la cosa pasa de castaño oscuro. La nueva definición se acercaría más a una reestructuración en la que encaja una nueva estrofa de un artista invitado. Es casi una cuestión de lírica (y textura vocal), aunque siempre hay una puerta abierta a otro tipo de arreglos. En 2024, un remix es un featuring sobre una composición ya existente.
El pistoletazo de salida de este brat autumn, según canon, lo tiene LORDE al escuchar “girl, so confusing” y querer contar su versión de la historia. En esta, Charli XCX confesaba sentirse abrumada por el éxito repentino de Lorde, que generó una mezcla de admiración y envidia en ella. La de “Royals” escuchó la canción original poco antes de que su autora pudiese prevenirla, y propuso participar en una nueva versión del tema en la que pudiera expresar las inseguridades por las que había evitado a Charli en el pasado. El resultado es un trabajo de sororidad agridulce en el que, por encima de todo, se visibilizan los estragos de la industria en la salud mental.
Lo que sería una simple anécdota se convierte, sin embargo, en el centro neurálgico del álbum. También “sympathy is a knife”, junto a la titánica ARIANA GRANDE, adquiere un nuevo significado antifama en esta nueva reinterpretación otoñal: “It’s a knife when you know they’re waitin’ for you to choke, it’s a knife when a journalist does a misquote, it’s a knife when a friend is suddenly steppin’ on your throat, it’s a knife when they say that you’ve been doing things you don’t”. Y, en “i might say something stupid” junto a THE 1975 y JON HOPKINS, vuelve a reflexionar sobre el mismo tema: “Rot in my house in L.A., thinkin’ of givin’ up everything, now I’m watchin’ what I say, these interviews are so serious, (…) I’m famous, but I’m not quite”.
Así, “brat and it’s completely different but also still brat” parece la consecuencia directa de la eternamente contracultural Charli XCX convirtiéndose en un icono global. El enfoque es claroscurista: puede pegarle un telefonazo a cualquier superestrella para una colaboración, pero su narrativa es de una infelicidad constante. Parece un regalo a la XCX joven que soñaba con trascender, pero una puñalada a la que no sabía lo que realmente deseaba. Por ello, el enfoque más emocional del LP tiene lugar en esos momentos donde brilla la XCX pre-brat: el homenaje a SOPHIE en “so i” junto a su amigo A.G. COOK o “von dutch” con ADDISON RAE.
El verde fosforito y el título pixelado disfrazan de improvisación y carpe diem lo que en realidad es una reflexión sobre una carga emocional difícil de sobrellevar. Ni la más excéntrica puede con lo invasivo de la industria musical. El nuevo “brat” –por el que también desfilan JULIAN CASABLANCAS, ROBYN & YUNG LEAN, BB TRICKZ, TROYE SIVAN, CAROLINE POLACHEK, BLADEE, TINASHE, THE JAPANESE HOUSE, SHYGIRL, BON IVER y BILLIE EILISH– es tan divertido y descarado como el primero, pero mucho más oscuro: esas producciones conscientemente feístas ya no se perciben como tendencia, sino como agotamiento. ∎