Álbum

Damien Jurado

Reggae Film StarMaraqopa-Popstock!, 2022

“Cinemático”. Ese adjetivo que ha plagado tantísimas reseñas de obras musicales –especialmente si son instrumentales– y que infestará tantas otras de este disco en concreto. Quitémonoslo de encima ya de entrada. En efecto, el decimoctavo álbum del cantautor de Seattle es “cinemático”, pero este es un epíteto que debe matizarse: aquí Damien Jurado no construye una narrativa de fácil visualización y ecos sónicos de regusto fílmico, sino que ofrece una colección de retazos y escenas (incluyendo escenas-dentro-de-escenas) en torno a un individuo que pulula por la industria cinematográfica (en sus niveles más humildes: se habla de visitas al supermercado, no a lujosos restaurantes). En un juego de carácter marcadamente posmoderno, pues convergen la ficción de Jurado –una mirada detrás de las bambalinas que se preocupa también por la vida cotidiana del personaje principal– y la ficción generada dentro de esa ficción (es decir, los guiones que protagoniza el mencionado personaje). Ya que el disco no cuenta una historia lineal, sino que reúne y despliega conceptos y momentos variados (algunos de tipo más fáctico, otros ricos en emociones; algunos plenamente subjetivos, otros radicados en diálogos; algunos más parecidos a una ensoñación, otros banalmente descriptivos), quizá recuerde más a una novela experimental, un ejercicio de narración fragmentada.

Esta aseveración –que el cine impregna más la temática que la forma– no pretende invalidar la posibilidad de que a menudo la música tenga impulsos “cinemáticos”, ya sea la instrumentación, la lírica o la estructura. La recurrente aparición de fatídicos violines en muchas de las piezas (destacable es su paseo por el último minuto de “The Day Of The Robot”) o la voz pasada por ecos de Jurado (que consigue sonar espectral y cálido a la vez, por contradictorio que parezca) tienen un poderío evocador que podría trasladarse a lo visual; por otro lado, en lo referente a los contenidos, hay diversas canciones de corta duración que contienen escenas siendo filmadas y que, como tales, terminan, quizá abruptamente, con una indicación del supuesto director u operador de cámara –the boom in frame”, “… and scene, that will be all”, o esa clara referencia (I’m ready for my close-up”) a “Sunset Boulevard”–. A nivel compositivo, también fílmica podría considerarse la tendencia de Jurado a incluir dos canciones claramente diferenciadas en ritmo o tono, pero astutamente conectadas dentro de una misma pista: el ejemplo más claro de ello es “Meeting Eddie Smith”, que arranca con un rasgueo desolador de acústica antes de transformarse en una ardorosa pieza de pop sofisticado con coros, teclado y percusión sensual que recuerda a algún hit sesentero de aspiraciones latinas.

Es importante insistir en la centralidad del enfoque conceptual y sus elementos derivados, más que en la música propiamente o en canciones concretas, porque avanzar a través de las varias ficciones –las escenas filmadas-dramáticas y las documentadas-cotidianas, por así decirlo– es lo que coloca el disco en un nivel por encima de la media. No porque las letras sean de un calibre poético anonadante –de hecho, se agradece la falta de pretenciosidad de Jurado, aunque por supuesto hay estampas e incluso colecciones de imágenes de gran inventiva (esa acumulación de términos, objetos y locuciones que llena “I’m Ready For My Close-Up”), así como situaciones memorables (la trivial conversación sobre las vidas de “fotógrafos, coreógrafos y pornógrafos” en “Location, Undisclosed 1980”)–, sino porque entrar en el mencionado juego, en el laberinto de instantes y localizaciones, es lo que convierte la obra en un artefacto peculiar e intrigante.

Dicho de otra forma, si fuera despojada del concepto y las palabras, sería una recopilación probablemente monótona de sonidos con una excesiva dependencia en las cuerdas para añadir texturas; un puñado de canciones entre el indie folk introspectivo y el chamber pop otoñal, competentes pero poco destacables en lo referente a la composición o producción (salvo alguna excepción, como esas notas de piano que multiplican por diez el sentimiento nostálgico de “What Happened To The Class Of ‘65?”). No hay ningún tema a priori candidato a single, no destaca la brillantez melódica en ningún momento, ni abundan demasiados estribillos pegadizos; casi parecería que Jurado quiera mantener un mismo nivel a lo largo del disco para quizá así obligarnos a prestar atención. De lo contrario, muchas de las pistas –las más breves, como las desvencijadas “Lois Lambert” o “The Pain Of No Return”– parecerían meros estorbos de relleno. Gracias a la característica unificadora de la idea principal y sus distintas permutaciones –y lo que ello exige al oyente–, “Reggae Film Star” se consolida como un disco que, si bien no alcanza las cotas emotivas de obras anteriores (debido a la inevitable artificialidad y objetividad inherente a la propuesta), sí demuestra el interés por la exploración y la creatividad perenne de Jurado tras más de veinticinco años de carrera musical. ∎

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