Treinta años después de haber arrancado su aventura, y ya muy lejos de los años luminosos con Galaxie 500, Damon & Naomi nos ofrecen uno de sus banquetes más suculentos. Melancolía ensoñadora como metáfora de unos tiempos de cuarentena expresados desde la vía optimista; esperanza que ellos templan en melodías de acústica aérea, engalanada por los pespuntes eléctricos luminosos aplicados por Michio Kurihara, miembro en la sombra del dúo bostoniano que, para la ocasión, ha ensamblado uno de sus trabajos más consistentes, más allá de la sombra infinita de Galaxie 500. A esto ayudan picos de belleza espectral como “Sailing Boy”. Dicho corte es uno de los ejemplos que muestran con mayor claridad por qué nunca antes, después de disgregarse la banda más icónica del dream pop norteamericano, la mezcla de sus voces había sonado tan sentida y perfectamente integrada, como una pista instrumental más; sobre todo, en los coros brumosos desplegados por Naomi y en la voz central de Damon Krukowski, de quien ya echábamos de menos interpretaciones de este calado. La parte protagonista de Naomi se muestra en el delicioso cierre del álbum, “The Aftertime”, donde exhibe los recovecos más vulnerables (y por tanto, tiernos) de su dicción vocal, en un ejercicio que recuerda el aura bucólica que hizo de Linda Perhacs uno de los referentes vocales del folk de vanguardia hace medio siglo.
Ambos ejemplos no dejan de ser pruebas de una realidad que no por ya conocida deja de ser relevante a la hora de evaluar las virtudes de este trabajo: la preponderancia total de las voces del dúo bostoniano sobre métricas o puentes instrumentales. Todo gira en torno a cada pequeño matiz e inflexión vocal, como se aprecia en cortes como “Invincible”, de una ternura, literalmente, terapéutica, con su elegancia habitual, y un punto naíf que han sabido extender a lo largo del tapizado de sus canciones.
No deja de resultar interesante que el título del disco sea una referencia al sello discográfico de krautrock alemán Sky Records. En este sentido, lo que más nos puede llegar a recordar a la metodología kosmische bávara de los años 70 es el eco sacro acústico de cortes como “Season Without Time”, en el que tienden puentes con los Popol Vuh más barrocos, de la época de “Hossiana Mantra” (1972). En esto tiene mucho que ver la presencia de Kurihara a través de una colección de punteos macerados con sabia elegancia verlaineiana.
Por detalles como este último, no es arriesgado aventurar que nos encontramos ante la colección de canciones más rutilante de entre todas las publicadas por Damon & Naomi. Trabajo notable y ciertamente recomendable que, durante su escucha, es capaz de hacernos olvidar la química perfecta alcanzada por los siempre añorados Galaxie 500. Solo por este último detalle merece la pena adentrarse en sus estancias oníricas, abiertas de par en par. ∎