Poco caso se hizo en su momento a “Dark Star Safari” (2019), sobresaliente debut discográfico de Dark Star Safari, formación compuesta por músicos con trayectorias tan labradas en terreno vanguardista como las de Jan Bang, Erik Honoré, Eivind Aarset, Samuel Rohrer y John Derek Bishop.
Si en su primer LP ofrecían un muestrario pop a lo Talk Talk al modo David Sylvian (no en vano, Bang y Honoré han colaborado con el dandy del pop experimental), ahora prosiguen en esta misma línea, aunque inyectando fuerza orgánica a la parte instrumental, que en su anterior álbum avanzaba a golpe de atmósfera oscura, depurada entre ritmos disueltos en su propia tracción parsimoniosa.
Aquí las coordenadas prosiguen su particular rastro difuminado, expuesto desde “Patria”, corte con el que arranca este tránsito sobre los restos de canciones que parecen haber sido reducidas a cenizas para poder retomarlas desde su forma disuelta. La ingravidez naciente de esta metodología prende en un sonido descompuesto en ecos eléctricos bajo tierra, vientos casi insinuados o bajos tortuga, abstraídos en el ensimismamiento general sobre el que avanzan canciones como “Life Stand Still”, muestra mayor de talento, destilada por un grupo de alquimistas de las texturas y los sonidos de trastienda. Los mismos que, por momentos, resuenan como una especie de versión psicodélica de los sagrados preceptos ambient-jazz constituidos en el mítico sello discográfico ECM, en el que también ha publicado Rohrer.
Desde la torre mayor de este palacio de cristal instrumental, se yergue la voz mercurial de Bang, cual Bryan Ferry aprisionado en una dimensión espectral de la materia pop. Porque aquí todo parece querer poner en tela de juicio los consensos de escucha pop, totalmente dispuestos, como si este racimo de canciones se tratara de un primo lejano, astral, de “Tin Drum” (1981) de Japan o del “Laughing Stock” (1991) con el que Talk Talk asentaron los mandamientos de la acción post-rock, del cual parece haber sido rescatada la hipnótica “Portraits Of You”. Tanto este corte como el resto que componen “Walk Through Lightly” subrayan la influencia que tuvieron los inimitables Bark Psychosis, aquí sublimada en la obsesión subyacente, en todo momento, por amplificar la sensación de cada uno de los cortes.
El inquietante minimalismo arty articulado en “Measured Response” y “Father’s Day” representan la faceta más personal de un grupo capaz de invocar ríos de belleza tan oníricos como “Invocation”. Corte donde también hacen uso de su praxis, moldeada en torno a una base compositiva mínima, a partir de la que se sumergen en el maelstrom de la improvisación, encauzada desde la composición con partículas sónicas pintadas a lienzo en la atmósfera. Dicha sensación pictórica, sin aparentes amarres compositivos, se hace muy presente en “Murmuration”. Temas como este último aluden a la obsesión lírica de un grupo que, tal como reflejan sus letras, no hace distinciones entre el mundo real y los estados mentales gaseosos, ensoñadores. Tanto como en “Passover” o en la titular del álbum: muestras de peso de lo que significa tallar el aire que nos rodea con sinfonías surrealistas plenas de oxígeno. Las mismas que componen tan sembrado cosmos de pop ingrávido. ∎