Álbum

David Byrne With Ghost Train Orchestra

Who Is The Sky?Matador-Popstock!, 2025

El sello influye –y mucho− en una carrera musical. David Byrne ha fichado por Matador para este nuevo LP, y eso que Nonesuch, donde publicó su brillante último álbum, “American Utopia” (2018), siempre ha sido filón de calidad. Me da a mí que Matador le ha permitido mayores licencias estilísticas. En esta ocasión, lo acompaña en los arreglos la Ghost Train Orchestra de Nueva York, que le aportan brillo, solemnidad pero también un punto mundano. Produce Harry Harpoon (Harry Styles, Miley Cirus) un álbum que sorprende desde su título, −“¿Quién es el cielo?”, un error de Siri al cuestionarse la identidad de lo intangible−, en el que analiza el alcance de los sentimientos, la madurez o el plano espiritual. En lo musical amplía su diversidad: su personalidad se ve acrecentada en un arcoíris de sonidos.

Arranca el álbum con toda la fuerza que activa “Everybody Laughs”, donde hace un llamamiento al movimiento, a la acción, en un despliegue muy Talking Heads. En Byrne el humor y la ironía son valores centrales, y así lo atestigua. Todo despega con una acústica a la que se incorporan unas cuerdas, más tarde entra la percusión, teclados y el resto como un torbellino.

Sobrevuela la mirada de la experiencia en el álbum y también en “When We Are Singing”, otra canción en la que clasicismo y experimentación (en los teclados, en efectos de voz) se dan la mano. Como también sucede en “My Apartment Is My Friend”, en donde alza la voz ante la soledad −¿también ante los precios desorbitados de la vivienda?−, una canción que contiene un incisivo pulso pop contemporáneo, a ritmo galopante. Luego transita por una balada ensoñadora como “A Door Called No”: la música como revulsivo, como escapada hacia delante. El pop de ritmo galopante reaparece en “What Is The Reason For It?” con apuntes festivos marcados por cuerdas, metales y la presencia de la vocalista Hayley Williams de Paramore.

El viaje continúa. “I Met The Buddha At A Downtown Party” contiene uno de sus estribillos más beatlemanos, recordando la efervescencia de “Ob-La-Di, Ob-La-Da” con un verso muy suyo: “Aquí está el nirvana donde los pequeños cangrejos cantan”. “Don’t Be Like That” incide en esa fórmula de pop majestuoso con tintes populares, callejeros y festivos. Es otra canción que crea comunidad, y que además habla de algo tan relevante como el respeto. Luego sobresale el punto más genuino de Byrne en la brillante “The Avant Garde” o lo barroco que puebla “Moisturizing Thing”, dos canciones que definen mucho su personalidad más allá de las convenciones.

“I’m An Outsider” es otra delicia de su pop melódico más singular, con varios quiebros y cambios armónicos. Una buena muestra de por dónde transita Byrne, dentro de la belleza melódica y clásica pero siempre con el impulso de experimentar. “She Explains To Me” es quizá su gran alegato antimansplaining. “The Truth” cierra el álbum con ese sonido de marimba que vuelca su vertiente más latina, y su concepción más transversal de la música. En tiempos de posverdad, de fake news, “la verdad no puede dolerme”. Byrne barniza con buenas capas sus canciones. Y viene muy inspirado en este notable álbum que recoge el testigo de su anterior trabajo y lo propulsa a otro punto de su siempre nutrida galaxia musical. Otro acierto más en su carrera. Una duda: ¿será esta gira aún mejor que la de “American Utopia”? ∎

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