La sacerdotisa Diamanda Galás volvió al ruedo discográfico en estudio, tras un prolongado parón, con “Broken Gargoyles” (2022), y ahora nos regala una nueva muestra de su oscuro poderío sobre un escenario en “In Concert”, grabaciones de 2017 en el Thalia Hall de Chicago y el Neptune Theatre de Seattle. No es, ni mucho menos, el primer documento en directo de la diva de San Diego: su discografía cuenta con un abultado muestrario de lives –desde “Plague Mass” (1991) y “Vena Cava” (1993) hasta “Guilty Guilty Guilty” (2008), todos editados durante su fructífera etapa en Mute Records–, y es que el escenario parece ser el hábitat natural para que su terrorífica voz de soprano sfogato se explaye en todo su esplendor.
Siete temas y el único acompañamiento de piano le bastan y sobran para dejar constancia de su vampirización de cualquier tipo de partitura –peguen la oreja a “La llorona”, “Let My People Go” o el clásico de Johnny Paycheck “Pardon Me, I’ve Got Someone To Kill”–, triturando los originales hasta envolverlos en una amalgama de góspel profano, free jazz alucinógeno –atención al “She (aka Woman)” de Bobby Bradford, ilustre compinche de Ornette Coleman– y blues tenebroso que pone los pelos de punta.
Sus ascendencia griega queda patente en la apertura –“O prósfigas” (“Los profetas”) – y el cierre –“Ánoixe pétra” (“Piedra abierta”)–, originales, respectivamente, de Manolis Angelopoulos y Marinella; también se zambulle en la sobrecogedora “A Soul That’s Been Abused”, una blues ballad de Ronnie Earl de 2015, originalmente en “The Duke Meets The Earl”, su álbum compartido con Duke Robillard.
El feroz compromiso de Galás con los marginados y oprimidos de la sociedad –en su Bandcamp declara que la selección de este disco incluye “cuatro canciones para y por los abandonados, marginados y degradados; otras tres son canciones de amor duras”– queda patente al final de “La llorona” en un parlamento, en su muy particular castellano, contra los feminicidios en México. Irreductible, única e intransferible. ∎