Dominique Pinto escribió y grabó este tercer álbum en solitario –con Birds On A Wire, el ecléctico dúo de versiones que comparte con Rosemary Standley, ha publicado dos– durante la gestación y puerperio de su primogénito, antes de la pandemia. La mayoría de las canciones que encontramos en “Tempo” –el primer trabajo de Dom La Nena producido por ella misma– son esenciales y están construidas en torno a la voz y al chelo, ya que la cantante y compositora brasileña radicada en París es una consumada especialista de dicho instrumento. Los recursos adquiridos durante su temprana formación académica y las experiencias vitales que jalonan una biografía intensa le permiten maximizar su expresividad en partituras cortas pero imaginativas, que destacan por su elaboración armónica, el efectivo uso de las melodías y el discreto encanto de una voz que prefiere el esfumado al subrayado.
Contemplativas pero más dinámicas de lo que parece a simple vista, las nuevas canciones de Dom La Nena alternan o conjugan portugués, francés y español con la naturalidad que otorga lo aprendido de primera mano. El discreto canto al optimismo de “Todo tiene su fin” se mira en la prehistoria soul. El compás ternario de la nostálgica “Valsa” tiene aroma a viejo cinestudio. “Quién podrá saberlo”, a dúo con Julieta Venegas, propicia el reencuentro con los años formativos de la autora en Buenos Aires. “No tengas miedo” combina pianos, cuerdas y varias capas vocales en un mensaje esperanzado que resulta más metafísico que corpóreo, más espiritual que sensual. Y “Teu coração” crece sobre la sístole/diástole del hijo de Pinto hasta convertirse en una balada acústica que conmueve en su dulzura. No tengan prisa en degustarlo, pero no dejen de hacerlo. Es uno de esos discos que se llevan mal con los apremios de hoy en día, pero que deja buen cuerpo. ∎