Álbum

Dr. John

Things Happen That WayRounder-Universal, 2022

Dr. John deseaba desde hacía tiempo grabar un álbum de country. Y “Things Happen That Way” responde de manera notable a ese anhelo. El piano, la voz y el cancionero de Malcolm John “Mac” Rebennack Jr. (1941-2019) han trazado un largo e intesísimo viaje por la música norteamericana, nutriéndose tanto de estándares como de oscuras melodías de boogie-woogie, jazz, funk, más la psicodelia y el pop de Nueva Orleans.

La grabación efectuada, en 2018, se compone de diez canciones, tres de las cuales son originales, cuya autoría Dr. John, como la producción, comparte con Shane Theriot. Las sesiones contaron con un combo compuesto por el propio Theriot (guitarra), Jon Cleary (órgano Hammond B3 y teclados), David Torkanowsky (piano Wurlitzer), Will Lee (bajo), Carlo Nuccio (batería y percusión), más un sección de vientos. El disco desprende tanta sabiduría y alegría como vulnerabilidad. Lo recorre un tono reflexivo casi constante en que se abordan vicisitudes de la naturaleza humana.

El álbum se abre con “Funny How Time Slips Away”, una suerte de blues que el piano y la voz de Dr. John convierten en una delicatesen. El clásico de Willie Nelson se viste de jazz por gracia de la sección de metales y el órgano B3. El country irrumpe en la siguiente pieza, entre sonoridades oscuras y tinieblas, “Ramblin’ Man”, de Hank Williams. Luego, el pianista volverá a él desde el otro extremo del corazón del country, en la atemporal y delicada “I’m So Lonesome I Could Cry”. Antes, interpreta junto a su amigo Nelson “Gimme That Old Time Religion”, otro tema country que acaba virando hacia el góspel –dos géneros más próximos de lo que parece– por la tonalidad vocal de Katie Pruitt, un valor en alza de la escena alt-country.

La cantante destaca también en el primero de los tres temas originales: “Holy Water”, un blues acostado entre las tonalidades de una steel guitar y de un órgano B3 donde Dr. John recuerda su paso por prisión, muchos años atrás. “Sleeping Dogs Best Left Alone” es la segunda primicia, que se alimenta del espíritu del funk sedoso, característico de NOLA, en que sobresalen los vientos. La última novedad es “Give Myself A Good Talkin’ To”, una sólida ración de swing de Mac Rebennack. Un trío de uptempos marca de la casa. Antes, The Night Tripper, otro apodo del músico, interpreta “End Of The Line” de The Travelling Wilburys, donde la alegre aportación vocal de Aaron Neville, una institución en NOLA, se refuerza con la juguetona sección de metales.

Dr. John recupera el seminal “Gris Gris” (1968), cuando era conocido como The Night Tripper, para ejecutar una relectura atemperada, salpicada de riffs de guitarras, más unas gotas de psicodelia, de la inquietante “I Walk On Guilded Splinters”, en compañía del hijo de Willie, Lukas Nelson, y sus Promise Of The Real. Este tema y alguno más fueron regrabados después del deceso del Doctor, creando rencillas entre el seno de la familia y disputas sobre distintos participantes en la grabación. Pero la esencia sigue incólume. El set se cierra con “Guess Things Happen That Way”, en el que Dr. John muestra dolor y, también, esperanza, en contraposición a la famosa interpretación de Johnny Cash. Disfrutemos, pues, de este notable álbum póstumo de un imponente músico de músicos. ∎

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