No es fácil, cuando andan
plugins de por medio, conseguir un sonido tan reconocible como el de
Christian Fennesz. Y menos todavía mantener la capacidad de seducción con apenas los mismos supuestos –la guitarra procesada, el drone ambiental, la melodía escondida bajo capas de barridos sonoros, la calma envolvente que, si subes el volumen (mejor con auriculares), adquiere una fuerza abrumadora– desde hace más de veinte años. Lo que
“Endless Summer” (2001) podía tener de novedoso, y la unanimidad que concitó, hace todavía más grande este
“Agora” que, por mucho que creamos saber qué esperar, te acaba atrapando irremediablemente como una araña en su red.
Fiel a un estilo personal que en algunos momentos cayó en la autocomplacencia, este regreso en solitario –tras los cinco años transcurridos desde el fallido acercamiento pop de
“Bécs” (2014) y un
“Mahler Remix” (2014) que en algunos tramos va adoquinando el camino hasta aquí– supura vitalidad y trascendencia. La premisa esta vez es tan sencilla para describir al austriaco como que, tras muchos años de compartir espacio en un estudio profesional, tuvo que abandonarlo y volver a montárselo en una habitación de su casa. No cabe duda de que le ha sentado bien: la economía de medios, con equipos todavía sin conectar, no lo llevó a un minimalismo a la fuerza, sino a aprovechar lo que tenía para construir estos cuatro subyugantes movimientos en la frontera de los doce minutos en los que la guitarra no está tan escondida, se acreditan voces femeninas indetectables y se respira una atmósfera euforizante.
Desde el latido ligeramente industrial del que parte
“In My Room” (sin premio por adivinar su significado) hasta los acordes sostenidos que blasonan
“We Trigger The Sun”, el frescor agitado de
“Rainfall” o el vuelo celestial de
“Agora”, todo se conjura para redondear una obra a la altura de su leyenda. ∎