El guitarrista nigeriano Ifiok Effanga, aka Fiokee, al ser preguntado por el título tan poco sugerente de su disco de debut, explica que, tras años ejerciendo de sideman para otros artistas, quiso poner el énfasis en que ahora era él el protagonista. Ha tardado tiempo en decidirse, si tenemos en cuenta que ya supera los 40 años, pero la espera ha valido la pena; aunque sería preciso matizar que es un disco colaborativo en grado sumo, ya que cada canción cuenta con feaurings dobles. O sea, son tan suyas como de los vocalistas que lo acompañan, la mayoría nombres emergentes de la escena nigeriana.
Lo que realmente convierte este disco en muy interesante es que une la vieja escuela highlife con el más moderno afropop. Él es un virtuoso de las seis cuerdas, que ha bebido de Sir Victor Uwaifo y Victor Olaiya y que, a la vez, quiere ser como WizKid o Olamide. Y eso se refleja en un sonido que permite su constante lucimiento, con precisos y abundantes riffs y solos de guitarra que, sin embargo, nunca se imponen, incrustados en melodías pegadizas, llenas de voces femeninas de terciopelo afrosoul y de raperos de la escuela afrobeats, unos cadenciosos y otros más callejeros.
Y no solo eso, sino que en la inicial “Good Time” se alía con Jean & Alex, dúo portorriqueño con el que glosa la africanidad del Caribe en un tema mestizo que une afropop, proporcionado por T-Classic, y reguetón. El guiño a Sade en “Smooth Operator” esconde una rendición al amapiano de Sudáfrica, con la colaboración del cantante caboverdiano-neerlandés Nelson Freitas y del productor nigeriano Masterkraft. Y “Personal” incide en ese sonido, sin bajar en ningún momento la guardia highlife, con una guitarra chispeante jugando con el flow magnético de Bella Shmurda.
Algunos le devuelven favores, como Yemi Alade –estrella pop nigeriana con una suculenta discografía que culmina por ahora el significativo “Empress” (2020)– en un “I Cannot” entre highlife y afropop vocoderizado. La siguiente canción, “Follow You”, es un hit instantáneo, que aúna las enseñanzas de Paul Simon, trucos del dancehall y unas voces –la del actor y cantante nigeriano Chike y la ghanesa Gyakie– para derretirse.
Son canciones concisas, que no pasan de los tres minutos, con una producción que prima lo esencial; así, una guitarra, percusión y el contraste entre la gran voz melódica de la nigeriana Guchi y el fraseo autotuneado del ghanés Kelvyn Boy bastan para lograr lo que indica el título de “Number One”. El afrosoul llega a altos grados de emoción en “Be A Man”, con el falsete de Ric Hassani, otro cantante nigeriano emergente, y un arreglo orquestal sintético digno del Prince de la época Paisley Park. Las canciones redondas no cesan: “You Bad” es otra diana afropop servida por la emotiva voz de Layydoe, el fraseo afrodancehall de Peruzzi –cantante nigeriano ya con tres álbumes en su haber– y una guitarra lírica de rompe y rasga al final.
La voz femenina que a menudo repite, en modo admirativo, “¡Oh My God, Fiokee!” es como una muletilla que no se hace molesta, sino que certifica que estamos ante un gran disco de música africana contemporánea que no prescinde nunca del highlife, en primer plano en la celestial y bailable “Nne”, junto al dúo The Cavemen., y en “Kelewa”, dando cancha al dúo Umu Obiligbo, en una fiesta rítmica realzada por los chispeantes punteos de su guitarra.
El afropop digital baña también “Forever”, incidiendo en la unión de la voluptuosa voz femenina de Maua Sama y el rap de Lirical. En “Koni Koni” se lucen Simi y Oxdale, otras voces nigerianas en alza. “Dance” es un homenaje al hip hop old school, y la despedida, con “Goodness & Mercy”, incide en ese sonido urbano, R&B, de afrobeats y Auto-Tune, con una nueva pareja, Ada Ehi, estrella nigeriana del góspel, y Nosa, crooner y rapero originario de Benin City; su juego de voces y las cabriolas de la guitarra son de nuevo caballo ganador, haciendo que sea muy cierto lo que dicen al final de la canción: “first class mix” sobre un beat afro-jamaicano. Una nueva e incontestable muestra del poder de la actual música nigeriana. ∎