Álbum

Hermanos Gutiérrez

Sonido cósmicoEasy Eye Sound-Concord-Universal, 2024

Daniel Alejandro y Stephan Ricardo Hotz son los nombres oficiales de Esteban y Alejandro Gutiérrez, hijos de padre suizo y madre ecuatoriana, que utilizan el apellido materno como nombre artístico, Hermanos Gutiérrez. Curiosamente, es una de las bandas suizas de mayor éxito del momento: para hacernos una idea baste decir que “The Code”, canción con la que Nemo, el representante de Suiza, ganó la pasada edición de Eurovisión, tiene casi 60 millones de escuchas en Spotify, mientras que “Cerca de ti”, el tema más exitoso de los hermanos, suma casi 51 millones. Pero los Hermanos Gutiérrez actuaron el pasado mes de abril en el Festival de Música y Artes de Coachella Valley, durante su gira por Estados Unidos, y de Nemo nadie se acordará dentro de un año.

He empleado lo de “curiosamente” a propósito, porque el estilo musical en el que se sitúan no es, ni por asomo, popular: se trata de música instrumental, inspirada en las partituras que Ennio Morricone compuso para las tres películas legendarias –“Por un puñado de dólares” (1964), “La muerte tenía un precio” (1965) y “El bueno, el feo y el malo” (1966), que crearon todo un género cinematográfico, el spaghetti western– o en las melodías de Ry Cooder para “Paris, Texas” (1984), la película de Wim Wenders.

Los Hermanos Gutiérrez incorporaron, además, como seña de identidad característica un elemento añadido, que unía en perfecta simbiosis los horizontes de praderas infinitas del Medio Oeste estadounidense con el páramo andino del Ecuador de sus raíces. Y después de cuatro discos autoeditados, Dan Auerbach, guitarrista y cantante del combo de blues-rock Black Keys, se fijó en ellos y se puso en contacto para producirles y publicarles en 2022 su quinto álbum, “El bueno y el malo”, en su propio sello, Easy Eye Sound, por el que Auerbach figuraría como candidato al Grammy al mejor productor del año.

Auerbach vuelve a estar detrás de los controles y algún instrumento más en “Sonido cósmico”, un paso adelante en su peculiar idiosincrasia instrumental de guitarras pulcras y cristalinas. Supuestamente, en esta ocasión han dado el salto de los grandes espacios terrestres al mayor espacio imaginable, el que hay en el espacio exterior, más allá de la exosfera… No es que hayan evolucionado hasta los terrenos de la música planeadora de Tangerine Dream, sino algo más simbólico, que ellos explican así: “Antes estábamos siempre en el desierto, intentando hacer ese sonido desértico; ahora lo expandimos al cosmos, y este disco es mucho más diverso que el anterior, y más universal”. Las referencias morriconeianas, se quedan ahora, pues, efectivamente, cortas, porque aunque el estilo es similar y reconocible, no se agarra tan fácilmente a sonoridades tan reconocibles. Sus melodías siguen siendo amplísimas y limpísimas, pero han logrado ensanchar, si cabe, aún más, sus límites, conectándonos con la inmensidad con un enfoque, sin embargo, extraordinariamente sencillo, con una melodiosidad de una sublime y melancólica belleza. ∎

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