Isasa nos ha descubierto un mundo propio, rico en melodías, desarrollos y vericuetos; dialogante con ese yo oculto, con ese discurrir vital y con un enfoque íntimo y pausado desde la guitarra instrumental. Y todo ese mundo que evoca es un regalo, porque el mundo necesita pararse, observar lo esencial y quedarse con esa impronta. Resulta siempre todo un hallazgo este universo Isasa, que no hace más que seguir su corriente y cantar a los tiempos que nos ha tocado vivir con cierto regusto por los destellos de las raíces.
Si “Isasa” (2021), su cuarto disco en solitario, ya era un alegato inapelable del poder instrumental de su autor, en “Canciones de amor” se reafirma en regar su colorido y robusto universo musical. Las nueve canciones que incluye el álbum son una defensa a su manera –como la de las geniales Vainica Doble– de la cotidianidad.
Conrado Isasa fue, entre 1993 y 2003, guitarrista del grupo hardcore-metal Down For The Count, primero, y de la banda math-rock A Room With A View, después. Pero en 2007, gracias a Geoff Farina (Karate), redescubre el mundo de las raíces de la guitarra del Misisipi y toda la magia del blues y se lanza a estudiar el arte de la guitarra primitiva americana a través de John Fahey, Glenn Jones y Jack Rose. Isasa planea también como un Ry Cooder que consigue ilustrar esas estampas diarias y sacarte a la vida con una mueca, un ensueño, una sonrisa o, simplemente, cerrando los ojos y dejándote llevar.
El disco arranca con “Aigua”, que fluye como la vida y sirve en este caso de manantial que nos hidrata, abre caminos, genera movimiento y nos compone a la par que nos introduce en un estado mental consciente. “De berenjenas rellenas” alude musicalmente, quizá sin quererlo, al contacto con el entorno, porque hay un halo de atmósferas mediterráneas, “de la horta” o de un cocinar y almorzar con sentidos despiertos. “De Lajares a Cofete (para Fajardo)” –dedicada al músico canario– tiene algo de despertar, de viaje por los campos. “Carta a mi joven yo” es recapitulación mediante rasgueos de guitarra. “Firmamento” representa la sensación de horizonte(s). “Nana alicantina” es una preciosidad que nos mece para abrazar a Morfeo y alcanzar estado de reposo, de descanso curativo, con algún efecto de pedal steel guitar. Los niños hablan en “Pistachito” y se apoderan de la intriga de la canción, del lento descubrimiento de la vida, del despertar estival. “Primer amor” recapitula, y las cosas encuentran su cauce, encajando inocencia y sinsabores. Y “Zoe” sirve de colofón ideal, en un gesto musical introspectivo de conversación sincera y cercana. “Canciones de amor” es otro gran disco en el que Isasa nos hace que la música sea el vehículo para latir, sentir y mirar la vida de otra manera. ∎