Si en
“Otra era” (2014) invitaba clara y definitivamente al baile, en su nuevo disco
Javiera Mena parece proponernos un poco de recogimiento, de búsqueda interior.
“Espejo” es casi tan introspectivo como el revelador
“Esquemas juveniles” (2006), aunque está escrito con el hábil uso de la metáfora de
“Mena” (2010). Si en aquel lo importante era el romance, aquí también, pero no tanto con otra persona como con uno mismo. Desde el arranque con el gran single
“Dentro de ti”, sobre la exploración del espacio interior, nos recuerda cómo la velocidad y la vanidad de los tiempos nos han sumido en un juego de apariencias y comparaciones del que rara vez alguien sale ganando.
“Espejo”, la canción, es su particular destilación house-pop (muy Pet Shop Boys época “Nightlife”) del espíritu de “Black Mirror”: las redes sociales como fuente de distracción y pozo de frustración. El medio tiempo
“Cerca” puede leerse como una declaración romántica vital o algo más religioso, como casi todas las canciones de amor si cambias “baby” por “God”; y este último aparece citado literalmente en un ¿
sample? de
“Noche”, ese que dice
“God has place in all of this”. En algún lugar, ojalá, alguien traduce estas canciones a Terrence Malick y el cineasta sonríe.
Tanto “Cerca" como
“Alma” tiran de sonido de tema final de película
teen de los ochenta, onda College, pero
“Intuición” agudiza el componente bailable con ritmo dembow y el siempre agradecido concurso vocal de Liliana Saumet de Bomba Estéreo. La segunda mitad del disco mira claramente a la pista, con piezas burbujeantes y filo-IDM como
“Aire” (necesario siguiente single) o rodajas disco en sintonía con Saint Etienne: magnífica
“Todas aquí”, manifiesto por la unidad femenina o, sin más, de todos aquellos que se hayan sentido marginados, golpeados en su vida. De la reparación individual salta Mena, aquí, a la colectiva, el siguiente paso hacia una sociedad más sana. ∎