Álbum

Jessy Lanza

Love HallucinationHyperdub, 2023

Jessy Lanza ha empezado a concebir sus discos, casi de manera sistemática, como claros intentos de reflejar o asimilar una época de cambios. Si en “All The Time” (2020) recogía su aislamiento tras mudarse de Hamilton, Ontario, a Nueva York, “Love Hallucination” es el resultado de una enésima mudanza, esta vez de San Francisco a Los Ángeles, cuyos espacios abiertos e invadidos por el sol parecen haber impulsado a Lanza a crear sus canciones menos recargadas, más aéreas hasta la fecha.

Como de costumbre con ella, sea como sea, temas que parecen nutridos espiritualmente por tal o cual experiencia son en realidad todo lo contrario. Tomemos como ejemplo radical “Don’t Leave Me Now”, que con su ritmo juke abrasador casi se diría un souvenir de las mejores noches de baile angelinas. Pues no: Lanza se inspiró en el episodio de agorafobia que le sobrevino después de casi ser atropellada por un coche nada más llegar a la ciudad.

Le siguen, en una tríada inicial fabulosa, “Midnight Ontario” y “Limbo”, coproducidas por Jacques Greene y Tensnake y Pearson Sound, respectivamente, en las que de nuevo ritmos bailables contrastan (sobre todo en la segunda) con sentimientos paralizantes. “Estoy cayendo / Como lágrimas en la lluvia”, canta en el futuro himno 2-step que es la primera, como parafraseando a Batty (Rutger Hauer) en “Blade Runner” (Ridley Scott, 1982). Y en la maravilla nu-disco “Limbo” se sirve de palmas contagiosas o un gozoso estribillo deletreado (“L-I-M-B-O”) para describir un frustrante estado liminal. Busquen, en el single, una versión aún más minimalista: “Limbo - Alt Mix”. Difícil elegir cuál es mejor.

En el R&B sutil de “Casino Niagara” se nota la mano como productor de Jeremy Greenspan (Junior Boys), todavía colaborador principal. Algún día se analizará y valorará como es debido la fertilidad de esta unión creativa, una de las más naturales e intensas que ha conocido la música moderna. Greenspan sigue muy presente hasta el final del disco, aunque a la altura de “Marathon” da el relevo a Paul White, quien sugirió a Lanza incluir ese solo de saxo cerca del final. Y ella quiso jugar.

A pesar de sus, a menudo, melancólicas temáticas, este podría ser el disco en que escuchamos más claramente divertirse a Lanza. Hay una deliciosa malicia en el listado de advertencias a una expareja en “Don’t Cry On My Pillow”: “No uses mi coche / No vuelvas a poner tu crema de afeitar en mi estante”. “Big Pink Rose” la muestra combinando el footwork con el espíritu más lúdico de PC Music. “I Hate Myself” es una autoflagelatoria pero lúdica traslación a canción de cierto vídeo de culto basado en el looping de tres palabras (“I hate myself”, así es) de la “Wild Horses” de Prefab Sprout. Lanza deja sus toses en la grabación, igual que el documentalista sui generis John Wilson en su serie para HBO “How To With John Wilson”.

Incluso en la power ballad final “Double Time” se advierte un afán de distensión: esas baterías con reverb y ese delay vocal fascinante rebajan cualquier vocación melodramática para buscar otra cosa, un placentero desconcierto, un delicioso jet lag. ∎

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