Jonnine

Atrapados (otra vez) en la casa encantada de Jonnine Standish: la vocalista y bajista de los maravillosos HTRK –vuelvan, una y otra vez, a su álbum de 2021, “Rhinestones”– se muestra en solitario –bueno, casi: hay pequeñas aportaciones instrumentales de Conrad Standish, James Rushford y Maria Moles; sin rastro de Nigel Yang, la otra mitad de HTRK– y ofrece en ocho canciones y dieciocho escasos minutos un homenaje a su madre, fallecida cuando ella tenía 21 años.

“Maritz”, nombre de soltera de su progenitora, captura a la perfección, con los mínimos elementos, esa atmósfera aérea y narcótica que ha hecho del dúo australiano uno de los manjares más exquisitos de la escena rock de los últimos años: de hecho, podrían ser maquetas para un próximo trabajo de HTRK, pero no, ya que el álbum (la edición física, en el sello de DJ Sundae, está disponible aquí) tiene su propia identidad, encapsulada en composiciones tan esqueléticas como rebosantes de emoción.

Unos breves rasgueos de guitarra, los latidos del bajo, un metrónomo o un glockenspiel se bastan y sobran para proporcionar el colchón sonoro sobre el que la voz vaporosa de Jonnine reina mientras declama poéticos versos en memoria de Maritz en una hermosa conversación madre-hija: deténganse en “Tea For Two (Boo)” con su ritmo sincopado y su evocación de una reunión de té en un jardín hechizado (“There are two ghosts in the graveyard / they are having tea for two / don’t interrupt them / or they might interrupt… Boo!”).

El armonio que riega “Can I Trust The Flowers”, las voces dobladas de “Portrait”, la leve brisa oriental y los found sounds de “Three Spider Bites”, la voz distante, diluida, de “Blissfully Unaware (Of You)” y el breve responso (instrumental) final de “Maritz” se conjugan como fotografías de seda en un disco fantasmagórico y delicado que busca (y encuentra) el éxtasis íntimo y el exorcismo tenue, casi incorpóreo. O cuando lo grande se materializa en briznas de belleza casi imperceptible. ∎