Álbum

Josh Rouse

Going PlacesYep Roc-Popstock!, 2022

Como el zumbido del compresor del frigorífico, ese ruido que está ahí pero al que nadie hace demasiado caso salvo que las cosas vayan terriblemente mal, también la carrera de Josh Rouse lleva años embarcada en una suerte de existencia anestesiada y sesteante. Saca discos, algunos francamente agradables, y se le escucha con deleite, sí, pero poco más. Nadie piensa demasiado en el bueno de Josh a no ser que se tropiece con alguno de sus trabajos, generalmente por accidente, o que el gancho melódico de alguna canción desempolve los días de vino y rosas de “1972” (2003).

Siempre discreto, Rouse amagó con despuntar hace un par de décadas, se vino a vivir a España y, tras un década afincado en Valencia, ha regresado a Nashville para, suponemos, predicar a los cuatro vientos las bondades de esa americana bañada por el Mediterráneo a la que se ha entregado con con esmero. Antes de hacer las maletas, sin embargo, el de Nebraska aún ha tenido tiempo de grabar un último disco made in Spain; un álbum viajero y luminoso que sublima lo francamente agradable para puntuar aún más alto. I tell myself I’m alright / I’ll figure out what to do”, que canta en la deliciosa “Hollow Moon”.

“Going Places”, celebra la literatura promocional, nació casi por accidente, con Rouse subiéndose por las paredes durante la pandemia y fantaseando con las canciones que podrían sonar en el bar que acababan de poner en marcha un par de amigos valencianos. Un local temático ambientado en la América de los años 50 para el que Rouse acabó creando su propia versión del pub rock: canciones sencillas y básicas; melodías melancólicas y adhesivas. O esa por lo menos era su intención.

A la hora de la verdad, sin embargo, “Going Places” desborda la supuesta sencilez para erigirse en uno de los mejores álbumes del autor de “Love Vibration” desde “1972”. Un disco repleto de guiños al rock de los años 50 y al Brill Building pop, al folk mediterráneo y al country-rock trotamundos, que lo mismo se inclina ante Neil Diamond (“The Lonely Postman”) que destila la esencia de Jonathan Richman y Herman Düne en canciones como “Waiting On The Blue” y “She’s In L.A.”.

Arropado por compinches habituales como Brad Jones y Gary Louris y escoltado por Cayo Bellveser, Xema Fuertes y Alfonso Luna, su “spanish band”, Rouse se mantiene fiel a sus señas de identidad (a saber: calidez emocional y sonora, ensalmo melódico, marchamo de cantautor clásico…), pero afina aún más la puntería con “Apple Of My Eye”, “Henry Miller’s Flat” y “Stick Around”, nuevos hallazgos de pop luminoso servidos entre vientos mullidos con los que Rouse reclama algo más de atención. Solo eso. Tampoco es mucho pedir. ∎

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