Julia Holter grabó
“Ekstasis” al mismo tiempo que
“Tragedy” (2011), pero el nuevo disco de la norteamericana se parece más a su EP de debut, aquel “Eating The Stars” (2007) con versión demoledora de Crowded House (“Don’t Dream It’s Over”) incorporada. Como aquel, representa la faceta más
songwriter de esta artista insólita del DIY californiano, cuyo amplio, denso espectro referencial –de las grabaciones de campo a la mitología griega– la sitúa en una habitación para ella sola. Pero en realidad también es muy diferente a aquel EP porque, entre otros motivos, esto tiene cada vez menos de lo-fi: “Ekstasis” suena extático, hi-fi, accesible sin rozar nunca la normalidad.
Cuesta explicar estas canciones de otro mundo sin estropearlas. Son pequeñas óperas pop y folk –un poco Linda Perhacs, compañera de Julia en algún directo– que nunca toman cauces esperados, sino que se mueven, cambian de forma orgánica como si fueran movidas por un ente superior, tocadas por la gracia. Es el misterio absoluto, una belleza intangible. Algunas de ellas se construyen a partir de grabaciones de campo –pasión explorada en profundidad en el CD-R “Celebration” (2010)–: Holter se deja invadir por los actos aleatorios del exterior para sacar oro de su interior.
Como una joven y radiante Laurie Anderson, Holter es una criatura
arty a la que pueden mover claros instintos pop. Porque de los dos párrafos anteriores se podría prever una escucha dificultosa, pero es fácil enamorarse de “Ekstasis”: el pop orquestal milhojas de
“Marienbad”, el murmullo mítico (no tan lejos de Beach House) de
“Our Sorrows” –con una cita de Virginia Woolf incluida– y, sobre todo,
“In The Same Room” y
“Moni Mon Amie” son construcciones infinitas, pero también muy disfrutables. Cualquier amante del dream pop con ánimo de un cierto desafío quedará cautivado y quizá desarmado. ∎