Álbum

KMRU

LogueInjazero, 2021

Mirar hacia el sur no es lo que más se estila desde aquí, el norte. Esta es una norma universal. Que nos lo digan a nosotros respecto al resto Europa. También sucede que lo meridional se percibe habitualmente desde el prisma de lo folclórico. Aun así, publicaciones como Rockdelux y certámenes como el oscense Pirineos Sur, el cartagenero La Mar de Músicas o el reciente Etnoscòpic, celebrado en Barcelona, han tratado de revertir con objetividad ciertos etnocentrismos simplificadores y homogeneizantes.

De Nairobi, Kenia, procede KMRU, alias de Joseph Kamaru, dicen que nieto del músico y activista político bantú del mismo nombre, famoso durante los años sesenta por su mezcla de jazz, góspel, benga y kikuyu. Una época dorada a la que una nueva ola de artistas del Este de África observa desde la lejanía formal, esa que todavía podría percibirse como improbable para la mirada eurocéntrica.  

“Logue” reúne un puñado de pistas compuestas entre los años 2017 y 2019 por un artista sonoro, como él prefiere identificarse, al que le gusta combinar texturas ambientales con sonidos de campo apenas modificados. “A Meditation Of Listening” es un buen ejemplo de esa conexión emocional entre síntesis electrónica y lo palpitante –zumbidos de insectos, gorjeos messiaen y otras fuentes menos identificables–, conformando una intersección vívida y no menos introspectiva que también suena a lo más avanzado del mundo en ambient electrónico.

Es difícil separar lo extramusical de lo que no lo es. Más en estos casos donde la imaginación se ve espoleada por un exotismo que, siendo realistas, se deja entrever de una forma problemática. Y es que cada tema en “Logue” refleja un evento concreto en la vida del autor, incluida alguna excursión fuera de Kenia. Kamaru vive ahora en la “silenciosa” Berlín y el casi omnipresente trino de pájaros de “Logue” podría haber salido de cualquier parque teutón salvo, quizá, por esa intensidad “africana” que uno amplifica desde su fantasía asemántica casi sin querer.

Es verdad que encontramos rastros de polirritmia en cortes como “11”, pero “Logue” no es precisamente “My Life In The Bush Of Ghosts” (1981) de Byrne & Eno. Más bien, se acerca a The Orb, sin la corriente dub-house, o a The Future Sound Of London, con lo etnográfico reducido a un mínimo, pero sin renunciar a una evidente riqueza de estratos sonoros. Como en “OT” –desafortunado título por estos lares–, que también le acerca al ambient clásico de gente como Max Richter. Intuición, libre juego de formas y una puesta en escena gótica retozando de pleno en lo orgánico y corporal. Así creemos que es, al menos por ahora, la música de Kamaru. Un concepto sensible que consigue esquivar los estereotipos, o al menos así nos parece escuchando temas tan sincréticos y evocadores como “Jinja Encounters”, tanto en su país de origen como en el agujero negro del mercado internacional. ∎

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