Álbum

La Élite

Escaleras al cieloDiscos Gele, 2024

El 21 de diciembre de 2022 La Élite publicaban Nuevo punk, una colección de singles cuya dosificación se extendía dos años atrás y un manifiesto del synthpunk del que la banda se autonombraba renovadora o máximo exponente. Más tarde, crítica y público le daban la razón. No fueron los únicos en darle a ese género una nueva vida: el disco homónimo de sistema de entretenimiento es de 2020, “Esta pena que a veces teño” de Grande Amore es del 25 de marzo de 2021. Nerve Agent o sin bragas surgieron a la vez, así que de algún modo el título no hacía referencia a una decisión individual, sino más bien a una escena de carácter nacional.

Con “Escaleras al cielo” se consolidan como uno de los ejemplos más representativos del circuito, ya sea por el hieratismo de sus estructuras o por la lealtad a su fórmula. Si hubiese que recurrir a un único objeto de estudio para definir el género, el suyo es el que más se acerca al epicentro. Así lo mantienen en su segundo trabajo, que no supone un salto con respecto al primero. El dúo conformado por David Burgués y Nil Roig se fundamenta en la melodía más cercana al recitado que al cantabile (salvo en excepciones como “Otra noche más”, con Pokito Paranoiko), la construcción lo-fi (y de patrones limitados) de los elementos baterísticos; ese bajo virtual, percutido y siempre en la fundamental del acorde, y, sobre todo, el peso de los sintetizadores, cuya elección tímbrica roza en ocasiones el bedroom pop. En realidad, La Élite está más cerca de “People In The Sun” de Powerplant o “Rat Bastard” de Axe que de fundadores como Units, Voice Farm o Nervous Gender. Si bien el término fue acuñado en torno a los 2000, el revival que ha tenido en los últimos años ha sido tan amplio que puede ser considerado autorreferencial. Por lo demás, el dúo es la representación del punk calimochero en época de los nativos digitales y la democratización del personal computer. Líricamente están más cerca de las fiestas en la España vaciada que de los centros sociales autogestionados, mientras que sus melodías son más cercanas al rock radikal vasco de Kortatu o similares. Los uoh-oh-ohs de “Gran noche”, por ejemplo, se construyen al más puro estilo “Kualkier día” de Piperrak.

En cuanto a contenido, esa “escalera al cielo” puede referirse al ascenso social de atribución musical (tan tópico en las corrientes suburbanas de los últimos años), o bien al nihilismo materializado en las drogas de tan poco valor por la vida (“Y ahora duermo en una nube, aquí todo me da igual, nunca miro para abajo y si lo hago es pa’ mear”, en el tema que pone título al trabajo). El LP es una oda al alcohol, el tabaco y otras sustancias: “Nena tú tranquila que mañana empezaré a volver a beber, a volver a fumar, a volvеr a drogarme, a volver a pegar” (“Aléjate de mí”), “Por la noche ando borracho, con el ojo morao’, marca personal, es mi marca personal” (“Marca personal”), “Estoy flipando, esto no es CBD y llevo un ciego que no sé leer” (“Boulevard boeis”). En esta última, además, Yung Prado afirma llamar a su madre para que le vaya a buscar, como buen representante de la generación perdida. No en vano, Diego Ibáñez colabora en una de la canciones más controvertidas del trabajo, debido a su visibilidad en las Gallery Sessions: “Plan de mierda” es el canto hedonista de una tardojuventud sin futuro.

Así, y pese a que en “Vida de 1 el dúo cante “No puedo ser como los Sex Pistols, ¡No puedo hacer nada pero sigo vivo!”, sí se asemejan a la banda londinense en cuanto a la estética y cercanía a los excesos que deja de lado el componente más político de los grupos de alrededor. La Élite se posicionan cercanos al rock-ska español en la época de las cajas de ritmos. “Escaleras al cielo”, sin presentar una fórmula diferente, propone un crecimiento fuera de su público inicial: en realidad, la banda es carne de cañón de la escena calimocho. ∎

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