Autores de canciones como “Desorden”, “Aeropuerto”, “Si está bien”, “Nuevas sensaciones”, “Ciudad azul” o “La casa”, siempre me había gustado su lado más oscuro, menos descaradamente pop, el que se aleja más de sus aficiones rockistas y epatantes, el que parecía darles un poco de vergüenza. Por fortuna, de entre ser indies o ser rockeros ellos han elegido al fin ser Los Planetas. Y nos hablan de la adolescencia, de sus momentos álgidos y sus incomprensibles bajones, de chicas, celos, promesas incumplidas y utopías. Pero es que, además,
“Cumpleaños total”,
“Laboratorio mágico”,
“Toxicosmos” y
“Línea 1” tocan tan de cerca el tema de las drogas, sus efectos primarios y secundarios, y que cuando empiezan a hacerse las cosas por narcisismo terminan haciéndose por aburrimiento, que este álbum parece más bien el diario de alguien al que se le acaba la juventud y la paciencia.
“Si te esfuerzas puedes desaparecer”, dicen, y es la forma como Los Planetas se despiden del misterio del mundo, del asombro de las cosas. Y para celebrarlo nos entregan al final su mejor canción hasta la fecha: “La Copa de Europa”, épica, extensa, monumental, un mano a mano entre Radiohead y Spiritualized. Otra pieza sobre cómo a veces quedan los recuerdos en nuestra alma, sobre las mil formas en que el tiempo, que nos pasa, nos pesa y nos pisa, exhibe su escopeta de cañones recortados. ∎