Disco destacado

Los Planetas

Una semana en el motor de un autobúsRCA-BMG, 1998

La obra clásica de Los Planetas, la que creó el mito que todavía perdura. “Una semana en el motor de un autobús” fue designado el mejor de los discos nacionales de 1998 en el resumen del año publicado en el Rockdelux 159. Y es que el tercer elepé del grupo granadino habla del desencanto posadolescente y explica, de la manera más simple posible, emociones complejas: tanteando la madurez con la resaca del amor y las drogas; banda sonora de una generación. Esta es la crítica que escribió Jesús Llorente en Rockdelux cuando “Una semana en el motor de un autobús” se editó. “La playa”, su tercer single, también fue la mejor canción de 1998 para Rockdelux.

Puede que ser joven sea algo más que salir por las noches, ir de cama en cama y de copa en copa, sentirse como un actor que se toma todo tipo de libertades durante el rodaje, mostrarse ofendido con el mundo y exponerte a que te hagan mucho daño. Puede que sea algo más, pero seguro que no es algo menos. Uno sonríe, se aplica lo mejor que sabe y en el fondo cree escuchar constantemente el insistente tic tac de una bomba de relojería. Pues bien, este disco, el tercero ya de Los Planetas, habla de todo ello de forma tan afligida y sincera que sus letras, sus melodías, se nos pegan como resina congelada.

“Una semana en el motor de un autobús” (1998) se parece al “OK Computer” de Radiohead en que, tras intentar asimilarlo, uno corre el riesgo de lanzarse por la ventana, como los niños que ven por primera vez una película de Superman. Comprendo que Los Planetas no aspiran a la épica a cualquier precio, pero ahí están los arreglos de cuerda y viento, los abruptos cambios de ritmo, la voz a veces dolida y a veces on drugs de J, las guitarras apocalíticas, los estribillos rotundos y apasionados, y unas letras, inquietantes, sencillas, que merecen capítulo aparte. Nunca con tan pocas palabras y con un vocabulario tan limitado y escasamente pirotécnico se había conseguido emocionar así: “Un verano que fue una pesadilla / si me acuerdo me duele todavía” (“La playa”); “Ahora pienso en lo estúpido que fui / las fuerzas que gasté / el tiempo que perdí” (“Parte de lo que me debes”); “Qué va a pasar si decido dar el paso / y sale mal” (“Montañas de basura”); “Arriesgarme traerá más problemas / así que elijo lo que tengo más cerca” (“La Copa de Europa”).

Granada 1977. Ilustración: Javier Aramburu
Granada 1977. Ilustración: Javier Aramburu
Autores de canciones como “Desorden”, “Aeropuerto”, “Si está bien”, “Nuevas sensaciones”, “Ciudad azul” o “La casa”, siempre me había gustado su lado más oscuro, menos descaradamente pop, el que se aleja más de sus aficiones rockistas y epatantes, el que parecía darles un poco de vergüenza. Por fortuna, de entre ser indies o ser rockeros ellos han elegido al fin ser Los Planetas. Y nos hablan de la adolescencia, de sus momentos álgidos y sus incomprensibles bajones, de chicas, celos, promesas incumplidas y utopías. Pero es que, además, “Cumpleaños total”, “Laboratorio mágico”, “Toxicosmos” y “Línea 1” tocan tan de cerca el tema de las drogas, sus efectos primarios y secundarios, y que cuando empiezan a hacerse las cosas por narcisismo terminan haciéndose por aburrimiento, que este álbum parece más bien el diario de alguien al que se le acaba la juventud y la paciencia. “Si te esfuerzas puedes desaparecer”, dicen, y es la forma como Los Planetas se despiden del misterio del mundo, del asombro de las cosas. Y para celebrarlo nos entregan al final su mejor canción hasta la fecha: “La Copa de Europa”, épica, extensa, monumental, un mano a mano entre Radiohead y Spiritualized. Otra pieza sobre cómo a veces quedan los recuerdos en nuestra alma, sobre las mil formas en que el tiempo, que nos pasa, nos pesa y nos pisa, exhibe su escopeta de cañones recortados. ∎

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