Melenas

Decididas a dar un transcendental golpe de timón, Melenas se embarcan en el “difícil tercer LP” con la ambición de quien se sabe portador de un talento que va más allá de los límites definidos por el ejercicio de estilo garage-pop. Así, nada más empezar, “Ahora” suena como el cruce perfecto entre Stereolab y Young Marble Giants: declaración de principios sobre cómo encontrar la forma para que una fórmula musical pueda renovarse totalmente sin perder un ápice de su personalidad. Dicho logro marca la brillante dinámica de esta decena de canciones, marcadas por el trote motorik, columna vertebral de “K2”, donde la sombra de la formación comandada por Tim Gane y Laetitia Sadier funciona como paralelismo, no como influencia sin más. No en vano, en “1986” consiguen hermanar el mundo experimental del grupo británico con las sensaciones melosas e ingenuas del pop C86.

Hitos como este último corroboran la deliciosa sensación retrofuturista que empapa cada rincón de un trabajo donde la pulsión eléctrica ha sido prácticamente extirpada en pos de un estímulo que no busca la nostalgia, sino la contextualización de un universo propio que ya tenían perfectamente asentado en las constantes naíf que articulan los latidos de “Días raros” (2020), su más que notable anterior LP.

El trayecto dispuesto para la ocasión va más allá, con recuerdos al Joe Meek marciano o bien a través de viajes a bordo de una fanfarria analógica con ecos de la psicodelia infantil patentada en los años sesenta por Jean-Jacques Perrey. En este sentido, una de las cualidades más fascinantes de este álbum es transportarnos a una visualización subjetiva de la ciencia ficción surrealista del cine animado en los años sesenta y setenta. O, dicho de otro modo, es como si nos arrastraran al interior de su particular submarino amarillo, donde el krautpop alcanza renovadas cotas de percepción. Toda una gesta para la cual han acentuado el tono vocal neutro de un sonido que, por momentos, también podría ser percibido como la versión antártica de “Popemas” (2002), la obra cumbre de Nosoträsh, lo cual queda perfectamente plasmado en artilugios tan excitantes como “Flor de la frontera”. Precisamente, en este corte afloran exóticos detalles asiáticos en su engranaje sintético que subrayan la erradicación geográfica de una metodología capaz de hacernos pensar en cómo habrían sonado Cluster si hubieran surgido en plena constitución de la generación twee-pop, en los años ochenta. Así sucede en “Bang”, adelanto más que representativo de un LP para el cual Melenas se han marcado un triple salto mortal hacia delante. Uno del cual no solo han salido ilesas, sino más originales y, sobre todo, necesarias. Porque, entre otros triunfos aquí recogidos, uno de ellos es hacer el más difícil todavía: enfrentarse al LP de “madurez” con su cancionero más arriesgado.

El resultado no podría ser más alentador y sobresaliente. Una más que necesaria inyección de aire fresco dentro de un carrusel pop nacional imbuido de patrones de comportamiento cada vez más reciclados y repetitivos. Porque, al fin y al cabo, lo que aquí se impone es un hecho central por encima de todos: conseguir aunar experimentación dentro de cuerpos radiantemente pop, directos al corazón y a la agitación neuronal, ya sea desde el irresistible estatismo antártico de “Promesas” o por medio de la juguetería sintética desplegada en la fenomenal “Tú y yo”; sin duda, de lo más inspirador que vamos a poder escuchar este año. ∎