Meridian Brothers

Mi Latinoamérica sufreAnsonia-Bongo Joe, 2024

Aunque aparentemente Meridian Brothers sea un grupo –en directo sí lo es–, en el fondo es el proyecto exclusivo de Eblis Álvarez, ilustre músico colombiano que desde Bogotá se dedica a transportar el folclore a un terreno surrealista. Multinstrumentista, pero sobre todo guitarrista y productor, lo podríamos considerar el equivalente tropical de nuestro Raül Refree. Incansable experimentador e innovador, ha publicado diez álbumes como Meridian Brothers, algunos de títulos tan extraños como el inicial, “El advenimiento del castillo mujer” (2005), o el que le sigue, “Este es el corcel heroico que nos salvará de la hambruna y corrupción” (2009). Por no hablar de “Los suicidas” (2015), que lleva por subtítulo “Borbotones espasmódicos de un órgano irreal que pretende, por medio de empalagosas melodías, dibujar un espiral de sonido hacia el infinito”. Los discos más célebres, todos ellos editados por el sello británico Soundway, son: “Desesperanza” (2012), “Salvadora robot (2014) y “¿Dónde estás María?” (2017), con otro subtítulo jocoso (“Canciones, lamentos, disputas y celebraciones con cuerdas y percusiones”).

Su desbordante imaginación lo llevó a crear un grupo colombiano ficticio para recrear sonidos añejos de salsa, son cubano, cumbia y vallenato, a la manera eblisiana, en “Meridian Brothers & El Grupo Renacimiento” (2022). El año anterior colaboró con el acordeonista Iván Medellín en el álbum “Paz en la tierra” (2021), acreditado a Meridian Brothers/Conjunto Media Luna, en el que se zambulleron en la tradición del vallenato, cumbia y bullerengue inspirándose en Diomedes Díaz.

En la abultada trayectoria de Eblis Álvarez figuran colaboraciones con el grupo Frente Cumbiero, de su amigo Mario Galeano. Con este también comparte el proyecto, inicialmente rockero pero cada vez más experimental, de Los Pirañas, con un primer álbum, “Toma tu jabón Kapax” (2011), que fue editado aquí por Vampisoul, y un segundo, “La diversión que hacía falta en mi país” (2016), que añade la participación del grupo Romperayo. Los tres figuran en un tercer disco, “Historia natural” (2019), editado por Glitterbeat. Y Eblis volvió a la carga con Los Pirañas en “Infame golpazo en Keroxen” (2021), esta vez junto a una sección de tres vientos, grabado en Santa Cruz de Tenerife, siendo una excepción, ya que siempre trabaja en su estudio Isaac Newton de Bogotá.

El incansable periplo musical de Eblis le ha encaminado a editar los singles “Niebla morada” (2013), una original versión del “Purple Haze” de Jimi Hendrix, y “El cucaracho” (2020) –junto a su héroe Eduardo Carbonó, el guitarrista considerado el padrino y pionero de la champeta–, y a remezclar al legendario grupo de cumbia amazónica Los Wembler’s de Iquitos. Su tropicalismo caníbal también dejó huella en el álbum “Colombiana” (2019) de Niño de Elche.

En su nueva aventura tiene un papel destacado la tradición africana de la rumba congoleña y el highlife ghanés y otras derivaciones afrocaribeñas como la champeta y la cumbia, poniendo el énfasis en tocar la guitarra (como si fueran dos guitarristas) de una manera limpia y nada distorsionada, imitando la manera de hacer de Franco Luambo y otros héroes africanos de las seis cuerdas. El disco es a la vez un tributo a los picos, esos monumentales y coloristas soundsystems que, a la manera jamaicana, inundan de sonidos puramente africanos tanto Barranquilla como toda la costa caribeña de Colombia. Sin embargo, siendo estas las características fundamentales del nuevo disco, en él no dejan de aparecer las constantes que le han dado su personalidad, en un anárquico bricolaje retrofuturista de sonidos en el que su voz es la más saboteada, transformándose en algo sarcástico e hilarante, hasta alcanzar nuevas cumbres en su desmitificador proceder.

El primer single, “En el Caribe estoy triste”, acompañado por un vídeo animado, mezcla soukous y champeta, con una letra surrealista en la que dice “me siento árbol, me siento obra de arte”, para conjugar tradición y experimentación de manera muy convincente. El arte gráfico de los singles y el álbum es obra del artista plástico bogotano Mateo Rivano, cuyo collage al estilo cómic ilustra a la perfección el tono tragicómico de la música, que por una parte es totalmente realista y por otro, sobre todo en lo que se refiere a las letras y tratamiento de las voces –una solista de llamada y los coros respondiendo–, resulta hilarante. Así, el segundo single, “Mandala” –inspirado por Brando Ortiz, un guitarrista pionero del rock colombiano, puntal de las grabaciones del sello independiente Machuca de Barranquilla, que operó en los años setenta–, es un vacile de guitarras en el que se propone “estudiar el folclore” y que tiene por imagen unos monjes esnifándose los colores de un mandala. El tercer adelanto fue “Sé que estoy cambiando”, tema también modelado por una cantarina guitarra, de influencia totalmente africana, en el que afirma “será que estoy evolucionando”. El que habla es un personaje ficticio llamado Junior Maximiliano Tercero, un antihéroe, protagonista de este álbum concepto, al que todo le sale mal y que en cada tema busca su autocompasión.

Por supuesto no puede faltar la cumbia; en la minimalista y deshilachada “Mi pregunta” el protagonista hace un soliloquio con poco sentido, acerca de la política y el socialismo, en el que, entre otras lindezas, suelta “me siento orgulloso de mí mismo por mis propias argumentaciones científicas”. Otra cumbia es “Mis soledades”, aunque no solo eso, ya que transpira un deje nipón, sin contar un break vocal lisérgico con una letra que, siguiendo el tono habitual, dice “tengo dolor porque nadie me entiende”, mientras los coros responden “trato de sobrevivir”. El viaje de este loser termina con el lamento “Nazco bueno y la sociedad me corrompe”, combinando melancolía experimental y ritmo afrocolombiano desenfrenado, certificando a Eblis Álvarez como superhéroe de un neofolclore totalmente imaginado. Como guinda, mencionar que en América el disco lo edita Ansonia, legendario sello neoyorquino fundado en 1949, pionero en la difusión de los sonidos latinos. Tras vivir su edad de oro en la era del vinilo, solo llegó a adaptarse al CD. Ahora, tras un parón, vuelve con fuerzas renovadas en la era del streaming poniendo online su fascinante catálogo y fichando a Meridian Brothers. ∎

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