Álbum

Nathan Salsburg

PsalmsNo Quarter, 2021

Gran contribuyente a la preservación de sonidos ancestrales, Nathan Salsburg –nacido en Pensilvania pero educado en Kentucky– combina trabajos de investigación y conservación en los archivos de la organización de Alan Lomax con una carrera como guitarrista profesional especializado en americana que tanto se escora al country de John Prine como al folk de Bert Jansch. Tras una trayectoria que va de la discografía en solitario a colaboraciones notables –Jake Xerxes Fussell, The Weather Station, Bonnie Prince Billy, James Elkington, Joan Shelley...–, intenta en “Psalms” combinar su gran sabiduría con el folk, su excelente técnica con la guitarra y sus orígenes judíos. Con delicadez exquisita.

En principio se inspira en los tehillim –poemas del Libro de los Salmos hebreo dividido en cinco tomos; no confundir con tefilim, las cajitas que guardan pasajes de las Escrituras utilizadas a modo de protección enroscadas al brazo o en la frente durante los rezos diarios– cantando en hebreo antiguo. Suena un poco con acento de guiri –del mismo modo que cualquier rezo en los bar mitzvahs de películas norteamericanas: para escuchar el acento verdadero, recúrrase a las versiones originales de las numerosas series israelís de Netflix, como por ejemplo “Shtisel”– y ha ayudado más o menos a pulirlo la artista israelí Noa Babayof, que además toca la flauta y canta. Algunas melodías contienen claros elementos litúrgicos de las culturas hasídicas asquenazíes –también, aunque en menor grado, de las sefardíes y mizrajíes– llevadas a su terreno, demostrando que todas las músicas antiguas occidentales están conectadas. De hecho, la traducida al inglés “O You Who Sleep”, adosada a “Psalm 96”, podría estar en cualquier catálogo de folk de meditación actual en el bosque entre Carolina del Norte y Virginia frecuentado por Fleet Foxes. Y no se complica la vida con virtuosismos fatuos, pues a menudo le basta con unos teclados sencillos, sobrio fingerpicking y pespuntes de vientos rellenando las resonancias acústicas.

Al ser música diseñada en principio desde un prisma litúrgico para loar, rezuma espiritualidad devota (“Psalm 111”), siempre con una melodía de rigor afín (“Eili Eili”) que contribuye a solemnizar la escucha desde las profundidades del sonido y no de los arreglos, pues la sencillez del mensaje de recogimiento huye de pomposidades como coros masivos. Salsburg conoce bien el paño, lo lleva en la sangre. Tal vez por ello prefiera, desde la ruralidad sencilla y sincera, la compañía de sus amigos –Shelley, Elkington, Oldham y Spencer Tweedy, entre otros– para enseñar la veta espiritual originaria de la música tradicional surgida desde una ruta que conectaría Rusia, Salamanca y Jerusalén.

Muy apropiada su escucha, además, para los iniciados que disfrutaron de la grabación durante estas tan importantes efemérides del calendario festivo judío el pasado septiembre, entre las celebraciones del año nuevo (Rosh Hashaná), las expiaciones del Día del Perdón (Yom Kipur) y la fiesta de las cabañas (Sucot). ∎

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