Tras dos notables LPs de fogueo y crecimiento, y cientos de fans conversos después de verlos en directo, por fin ha llegado el tercer y más importante álbum de Nation Of Language hasta la fecha. Y se acerca bastante a lo que esperábamos.
De entrada, un disco que empieza con “Weak In Your Light” no solo no puede ser malo –perdón por la doble negación–, sino todo lo contrario: apunta a algo serio. Canción magna y magnética, de una épica irresistible, y a la que no le sobra ni le falta ni un segundo, ha venido alimentando largamente el hype por el grupo y el disco desde que apareciera como avance en el mes de abril. Podría ser una balada de Depeche Mode, etapa “A Broken Frame” (1982), pero en mejor (y que nadie se me ofenda). El riesgo de situarla al inicio del álbum es muy alto, porque todo lo que venga después seguramente vaya hacia abajo. Curiosamente, a continuación sitúan el otro gran gancho previo, otro de los que explican que fuéramos muchos los que estuviéramos esperando este disco con gran expectación; se trata de “Sole Obsession”, un caramelo de tecno-pop melancólico y eufórico, retro pero perfectamente contemporáneo, como si fuera un tema de Hot Chip con el toque emo de The Human League, y que nos habla –como la anterior, y como todo el disco– del acto de enamorarse, la obsesión que suele acompañarlo y los peligros que conlleva. Dos de dos.
En este caso, el dicho no funciona, y las dos se quedan sin tres: “Surely I Can't Wait” está por debajo de sus antecesoras, pero suena también confiada y cautivadora; muchos grupos pagarían dinero fresco por un tema así. Algunos menos lo harían por “Swimming In The Shallow Sea”, mas parsimoniosa y afectada, aunque no por ello menospreciable; el trío de Brooklyn ha alcanzado ese estado de gracia en el que no les saldría una canción mala ni aunque la quisieran hacer. Con ese momento de transición –no será el único del disco– llega otra de las cumbres: el nuevo single, “Too Much, Enough”, pegadiza y muy deudora de esa escena new wave británica en la que confluían OMD, Thompson Twins y China Crisis. No es “Sole Obsession”, pero anda cerca; y tiene un estribillo que se canta solo (“Swimming in sweat / Television set / Too much, enough, oooh”).
De aquí hasta el final sobresale especialmente “Stumbling Still”, la más Joy Division/New Order de todas, inspiradísima, pero también ya conocida de antemano. Y “A New Goodbye”, un medio tiempo delicioso donde parecen combinarse todos los géneros que suelen mencionarse cuando hablamos de ellos (new wave, tecno-pop).
Supongo que cerrar el disco a la altura de su arranque era pedir demasiado. “I Will Never Learn” vive en la misma dimensión que “Surely I Can't Wait” o “Spare Me The Decision”: marcan una base sólida, reconocible, pero su presencia no hace más que ensalzar las canciones más brillantes. Al final no es en absoluto mal balance: buen disco, no del todo bien secuenciado, pero con al menos cuatro canciones de altos vuelos, reflejo de grupo totalmente preparado para asaltar salas, festivales, pods, medios y playlists de medio mundo. ∎