Nick Waterhouse

A Nick Waterhouse (Santa Ana, California, 1986) dieron ganas de retirarle el saludo y enviarle a galeras después de la proverbial tabarra que nos dio con “Katchi”, ese pegadizo single mitad Blue Swede, mitad vudú-soul que acabó calcinado entre anuncios y remezclas. De eso, sin embargo, han transcurrido ya cinco años, tiempo más que suficiente para que el californiano haya pasado página, se haya arruinado un par de veces más (asegura que cada nueva gira por Europa lo deja al borde la quiebra) y, sobre todo, para que se haya rendido definitivamente a las bondades del rhythm’n’blues elegante y estilizado. Algo que ya se intuía en “Nick Waterhouse” (2019), pero que gana peso ahora que “Promenade Blue” estrecha lazos con el jazz y el soul, con el doo-wop y el pop de ecos philspectorianos, mientras se deja arrullar por unos arreglos de cuerdas que habrían hecho suspirar a Dusty Springfield.

El Nick Waterhouse fogoso aún sigue asomando la cabeza entre los espasmos eléctricos de “B. Santa Ana, 1986” y “Vincentine”, pero la batuta la maneja una versión mucho más reposada y distinguida del autor de “Say I Wanna Know”. ¿Más madura? También, pero no madura de batín y discos de Van Morrison, sino madura de sabiamente envejecida en el respeto a los clásicos. Madura, en fin, en la recreación de una estética sonora añeja que trasciende el ejercicio de estilo para empaparse del romanticismo inflamado de finales de los cincuenta (“Place Names”), arrimarse al glamour de los grandes crooners (“The Spanish Look”) y, ya puestos, lanzarse de cabeza al blues pantanoso (“Medicine”). Por el mismo precio, el norteamericano también mantiene el equilibrio sobre su propio muro (¿murito?) de sonido con la desarmante “Very Blue” y se deja envolver por un aterciopelado velo de jazz noctámbulo y humeante (“Proméne Bleu”), razones más que suficientes para perdonarle la turra de “Katchi” y devolverlo de nuevo a la Liga de los Revivalistas Extraordinarios. ∎