Con “The Equinox” parece como si John Zorn, Bill Laswell y Mick Harris quisieran recuperar el tiempo perdido juntos, aunque el primero no es que sea un tipo precisamente ocioso. PainKiller, el trío que dinamitó en los primeros noventa cualquier concepto establecido sobre dub, grindcore, noise, dark ambient o metal jazz, mezclándolo todo al libre albedrío, regresó en noviembre de 2024 con “Samsara” y apenas cuatro meses después publican un nuevo disco de sonoridades concentradas extremas. Grabado del mismo modo que el anterior con una ligera diferencia –aquí el saxo alto de Zorn y el bajo de Laswell volvieron a registrarse en el estudio neoyorquino de este, pero en meses distintos, el primero en agosto y el segundo en octubre, y los beats de Harris fueron capturados otra vez desde la casa de este en Birmingham–, pero con ese conocimiento y apreciación mutua que no sabe de distancias. Música que surge de una nueva reunión “virtual” separados por el océano. En todo caso, el equinoccio nos pone a todos, dos veces al año, en el mismo lugar temporal, con idénticas duraciones tanto del día como de la noche en el mundo entero. Las partes de Laswell y Zorn de “Samsara” fueron grabadas en marzo del pasado año, y entre el 20 y 21 de marzo se produce el primer equinoccio anual. Teniendo en cuenta la vena esotérica de Zorn y que las composiciones de “The Equinox” vuelven a estar influenciadas por los procedimientos alquímicos de Alesteir Crowley, es un dato que hay que retener. La portada del disco anterior nos mostraba una calavera humana. En la de este, la calavera aparece cubierta en su mitad izquierda por un rostro circunspecto procedente de una escultura griega o romana. La humanidad y los estragos mortuorios del tiempo. “The Equinox” es más carnal sin dejar de ser metálico, inquietante, violento, envolvente, desquiciado, espasmódico y electrónico.
Harris proporciona el mesurado ruidismo y los beats. Laswell parece que pase de puntillas con el bajo, pero además de sostener el armazón de cada tema, de vez en cuando lanza descargas sucias y abruptas con las cuatro cuerdas electrificadas. Zorn va de la pulsión del free jazz y el hard bop a la influencia hinduista; su soliloquio al saxo en la pieza “Forks In The Road” es apabullante e independiente, como si el metálico metrónomo que le proporciona el ex Napalm Death no fuera con él, todo lo contario que “Blind Prophet”, tema en el que el saxo cabalga literalmente sobre el inmenso y vertiginoso oleaje que le ofrecen los beats desbocados y la densidad del bajo. Acostumbrados a tocar Laswell y Zorn también con Dave Lombardo y su batería vertiginosa heredada del thrash metal, el beat electrónico de Harris –entre un techno arrítmico y una remodelación del drum’n’bass y derivados, como el darkstep– es lo que, ahora mismo, confiere mayor entidad a la música de PainKiller, tres tipos furiosos, curiosos y fantasiosos a partes (casi) iguales. ∎