Asiduo a las carreteras secundarias del rock de las últimas dos décadas y media (aunque en realidad lo suyo sea más bien la bici), Paul Fuster rompe el silencio más largo que le hemos conocido –seis años desde su último trabajo– con cuatro canciones que reafirman y enriquecen su reconocible ideario. Repaso ahora por curiosidad lo que se decía de “Go / Between” (2016) en su propio Bandcamp: “disco crudo, libre de artificios, directo, honesto y sin filtros”, y pienso que tres cuartos de lo mismo cabe deducir de este EP: su recetario sigue marcado por cierto ideal de pureza, de espontaneidad, por ese sonido crujiente como de pan recién horneado, por ese proverbial tacto artesanal de trovador folk-rock sin ínfulas de modernidad ni aprecio por el paripé de las tendencias. Y reincidiendo en el plus de luminosidad que ya se advertía entonces.
Los cuatro movimientos que integran este “Organ-ism” giran alrededor de las distintas fases de un idilio (un concepto que hemos visto explotar últimamente a artistas tan en sus antípodas estilísticas como Rosalía o Queralt Lahoz) que el cantautor norteamericano de origen catalán dispone como plantilla sobre la que ir ornamentando su propuesta: “You Know” despierta abrupta y deviene acústica, marcada por una espiritualidad que parece ir buscando la luz, en un juego de claroscuros que me recuerda a los últimos Low; “Shot Of Light” y su melodía circular, serpenteante, es la que más remite a Ben Harper (uno de sus referentes inevitables); los coros de la bucólica “Hue Of Blue” ahondan en esa vena de góspel laico –en contexto rock, por supuesto– que tan bien le sienta, y “Olive Branch” prima el protagonismo de una percusión retumbante que marida bien con la aridez de sus guitarras eléctricas. Son veinte minutos que brindan lo que cabe pedirle a un póquer de canciones: cuatro ángulos distintos de un mismo argumentario, aunque seguramente no supongan una gran sorpresa para cualquiera que le haya seguido la pista hasta ahora. ∎