Paul St. Hilaire comenzó a aparecer en los créditos de producción de Basic Channel a finales de los noventa, cuando el dúo formado por Mark Ernestus y Moritz von Oswald transformaba el techno berlinés con una visión que ralentizaba el pulso y ampliaba el espacio. Nacido en Dominica pero afincado en Berlín desde 1994, St. Hilaire aportó una voz cálida, espiritual y melódicamente ambigua que introdujo una nueva presencia vocal: dejó de ser narrador o solista para convertirse en textura. No era toasting, pero tampoco canto; su voz funcionaba como un instrumento más, una vibración que respiraba entre los ecos, un hilo sonoro que parecía surgir del propio espacio reverberante. Fue la voz de Rhythm & Sound, el proyecto con el que Ernestus y von Oswald llevaron el dub hacia una dimensión casi ritual. Aquella constelación de voces –donde también participaron Cornell Campbell, Jennifer Lara, Jah Batta o The Chosen Brothers– convirtió aquel sonido en algo más que un ejercicio de estilo: una comunión entre la raíz caribeña y la abstracción europea.
Desde entonces, su trayectoria ha discurrido en paralelo –y en contraste– con la de Basic Channel. Mientras Ernestus y von Oswald destilaban su minimalismo hasta alcanzar la abstracción pura en proyectos como Maurizio o el Moritz von Oswald Trio –no así en los dos excelentes discos de Mark Ernestus’ Ndagga Rhythm Force, pura creatividad que enlaza herencias senegalesa, jamaicana y alemana–, St. Hilaire siguió un camino distinto, más centrado en la emoción, la textura y el mensaje que en la arquitectura del sonido. Hoy, ese legado se prolonga en una nueva generación: lo que antes era un nicho reservado se ha convertido en un espacio fértil donde artistas como Loidis, Purelink o Fergus Jones reinterpretan ese lenguaje con libertad.
En 2023 publicó “Tikiman Vol. 1”, su primer disco firmado con su nombre y grabado en solitario. Era una obra introspectiva y casi confesional que exploraba la identidad caribeña desplazada y la espiritualidad del exilio a través de un tempo pausado y una voz que funcionaba más como pensamiento que como melodía. El resultado era un mapa íntimo del desarraigo, sostenido por ritmos contenidos y un uso magistral del silencio como materia narrativa.
Dos años después, “W/ The Producers” –masterizado, cómo no, por Stefan Betke (Pole)– llega como su contrapunto. Publicado por el sello berlinés Kynant Records, que celebra su décimo aniversario reuniendo a un grupo de productores diversos bajo una misma sensibilidad, el álbum reformula el formato: St. Hilaire colabora con un productor distinto en cada tema, en clara alusión al clásico “W/ The Artists” (2003) de Rhythm & Sound. Si aquel reunió voces variadas bajo un mismo lenguaje, aquí la lógica se invierte: St. Hilaire es la única voz, y cada productor aporta su propia lectura del sonido contemporáneo.
A lo largo de sus nueve temas, el disco despliega un diálogo con múltiples capas que transforma la introspección de “Tikiman Vol. 1” en una experiencia compartida. La voz, siempre contenida pero firme, actúa como eje emocional mientras el entorno muta en textura y temperatura.
Hay momentos de tensión y calma, de pulso físico y suspensión aérea. El productor de dubstep Mala –miembro de Digital Mystikz– abre con “Like It’s Always Been”, de dramatismo casi cinematográfico, incluso sci-fi, construido sobre un vaivén rítmico donde la voz, capturada muy cerca del micrófono, parece respirarte al oído. En el extremo opuesto, “Time To Wake Up”, del japonés Shinichi Atobe –en estado de gracia permanente–, despliega un eco susurrado sobre una marejada constante, donde la insistencia rítmica adquiere un carácter hipnótico. Entre ambos polos se trazan otras derivas: “Send Them On”, del canadiense Priori, recupera el eco cósmico de la escuela berlinesa de urban dub, mientras que “Confidential”, del jamaicano Gavsborg (miembro del colectivo Equiknoxx), introduce un humor ligero que desactiva cualquier rigidez conceptual.
El disco amplía su perímetro con nuevas miradas. En “Mary Jane Greenfield”, Aurora Halal y DJ G construyen un deep house húmedo y envolvente; Batu aporta una geometría mutante y tensa; Azu Tiwaline y Cousin fusionan percusiones norteafricanas con un minimalismo de laboratorio, y Russell E.L. Butler cierra con “What’s This”, donde la voz de St. Hilaire reaparece como centro de gravedad, unificando todas las corrientes bajo un eco abisal cercano al universo de The Bug.
Cada colaboración abre una ventana distinta al presente de un estilo que no caduca, y en esa diversidad radica tanto su riqueza como su irregularidad. En esta ocasión no busca –ni encuentra– la perfección ni la homogeneidad: se mueve en la tensión entre el yo y la creación colectiva, entre el control y la entrega.
Si “Tikiman Vol. 1” era un viaje hacia el interior, “W/ The Producers” se abre hacia fuera. Donde antes había introspección solitaria, ahora hay resonancia compartida. En el contexto del renacer del minimal dub, St. Hilaire regresa y redefine su papel como mediador entre tradiciones, uniendo la herencia de Basic Channel con las nuevas corrientes que hoy expanden el género más allá de Berlín y la aspiración caribeña. El álbum no alcanza la profundidad emocional ni la unidad conceptual de “Tikiman Vol. 1”, pero se impone como su expansión natural: una obra más abierta y arriesgada que celebra la vigencia de un lenguaje que sigue transformándose sin perder su espíritu original. ∎