Reedición

Pavement

Cautionary Tales: Jukebox ClassiquesMatador-Popstock!, 2024

Resucitados en directo en 2010 y 2022 y muertos discográficamente desde “Terror Twilight” (1999), el álbum que les produjo Nigel Godrich y que les sirvió como adiós tras anunciar su disolución, Pavement tiran de archivo y le sacan el polvo a su legado con este artefacto de 18 vinilos de 7” (que hay que encargar por correo en la web de Matador; precio solo para bolsillos bien ventilados) que recopila en una irresistible cajita todos los singles y EPs publicados por los californianos entre 1989 y 1999, un festín para los fans de la tropa de Stephen Malkmus y compañía resumido en 56 canciones que son algo así como una biblia de bolsillo del indie rock con solera (o slacker rock, si prefieren).

Ya desde su prehistoria –el EP “Slay Tracks 1933-1969” aparecido en Treble Kicker en 1989– se detectan los rasgos de la personalidad que hicieron de los de Stockton uno de los referentes del underground de los noventa: el caos y el ruido y la persecución de la canción pop perfecta (aunque siempre convenientemente destartalada): “Box Elder”, recuerden, estaba encapsulada aquí.

“Cautionary Tales: Jukebox Classiques” sirve para reivindicar piedras preciosas como “Summer Babe”, “Trigger Cut”, “Cut Your Hair”, “Gold Soundz”, “Range Life” –una canción que justifica toda una carrera–, “Shady Lane”, “Spit On A Stranger” o “Stereo”, por citar solo un puñado. También, para testar su falta de prejuicios a la hora de merendarse “The Killing Moon” (Echo & The Bunnymen) y “The Classical” (The Fall), ambas en el EP “Major Leagues” (1999), o para detectar cómo a veces (pocas) el control de calidad podía estar bajo mínimos (“Exit Theory”, “Strings Of Nashville”, “Stare” o “Recorder Grot (Rally)” son meros ejercicios de autoindulgencia).

Aunque fueron refinando su sonido con los años –hasta “Brighten The Corners” (1997) no contarían con un productor externo: Bryce Goggin y Mitch Easter, en este caso–, la marca de fábrica Pavement –el “descuido” deliberado, los pespuntes rotos, las composiciones a medio cocer– continuó inamovible hasta su último suspiro. Esta revisión demuestra el porqué de su pequeño-gran mito y nos recuerda una edad de oro donde la expresión “rock alternativo” todavía no había sido devaluada y atesoraba en su ADN la posibilidad de una música al margen de la trituradora corporativa. ∎

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